Aprovechando los días festivos en Madrid dedique unos de
esos días para hacer una de las cosas que más me gustan, la de caminar por el
campo con mi familia. A ellos no les gusta tanto mi afición, pero por amor
siempre están dispuestas a lo que haga falta. Esta última caminata nos paso
algo muy curioso, en deferencia a ellas intente aprovechar un atajo, (camino
más corto que otro), para llegar antes al lugar donde estaba el coche. Esta vez nos salió bien la jugada del atajo,
aunque no siempre es así, hay veces muchas, en que queremos conseguir las cosas
con el mínimo esfuerzo, y no siempre salen bien.
Hay una opinión muy generalizada entre los jóvenes de que las cosas pueden
conseguirse sin esfuerzo gracias a la tecnología. Los chicos y chicas se
fabrican canciones de rap con bases musicales que se obtienen ya hechas en
internet y no tienen que saber música, sólo tener ingenio. Si hay que
hacer un trabajo de clase, no hay que consultar libros y libros solamente
tenemos que echar un vistazo a la Wikipedia y ya está hecho.
Pero también los más mayores y por supuesto los jóvenes utilizamos a diario muchas formas de
atajar:
La lotería, quinielas, primitiva y cualquier juego de azar,
es la esperanza del vivir sin trabajar.
Nos hacemos cirugía estética, porque una buena imagen es la
forma más fácil y rápida de gustar a otras personas.
Nos atiborramos de
ansiolíticos cada vez que tenemos algún problema que es más rápido y menos complicado que afrontarlos.
En la televisión hay programas con gente que vive del cuento o cuyo único trabajo
es criticar a los demás, que es más fácil que ejercer una profesión.
En la vida cristiana también utilizamos atajos, nos cansamos
de esperar a que Dios actué, confiamos en Dios, oramos por las circunstancias
que nos preocupa pero no sabemos esperar y entonces tomamos un atajo, pero
recuerda, las cosas ocurren en el
horario de Dios, y no en el nuestro…
Dios le da a Abraham
una promesa, le prometió una
descendencia tan numerosa e incontable como las estrellas del cielo o como la
arena del mar [1]. Pero pasaba el tiempo y ante la realidad de que tanto Abraham
como Saray eran viejos y Saray era estéril, esta tomo un “atajo”, y dio a su sierva Agar a Abraham como esposa
sustituta, una práctica común en ese tiempo. Una mujer casada que no pudiera
tener hijos era avergonzada por sus semejantes y a menudo se le pedía que diera
una sierva a su esposo para poder producir herederos. Los niños nacidos de la
sierva eran considerados hijos de la esposa. Abraham estaba actuando de acuerdo
con la costumbre de esos días. Pero esta acción era una falta de confianza en
la promesa de Dios. Gracias a este “atajo” les sobrevino una serie de graves
problemas.
Esto sucede invariablemente cuando queremos ocupar el tiempo
de Dios en un asunto, y tratamos de hacer que una de sus promesas se haga
realidad por medio de “atajos” que no van de acuerdo con las instrucciones
específicas de Dios. En este caso, el tiempo fue la mayor prueba de la
disposición de Abraham y Saray para permitir que Dios supliera sus necesidades.
También, en ocasiones todo lo que tenemos que hacer es simplemente esperar.
Cuando le pedimos a Dios algo, y es claro que tenemos que esperar, aumenta la
tentación de hacer algo por nuestra cuenta, (atajos) e interferir en los planes
de Dios.
Olvidemos los atajos para que en esta semana nada ataje la
bendición que Dios tiene para nuestra vida y la de los que nos rodean. No
siempre será fácil, pero siempre será lo correcto.
[1].- Génesis 22.17
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