Para algunos cristianos la vida victoriosa en Cristo no es
una realidad. Lo admitan o no, hay una
gran cantidad de cristianos que escuchan y entienden los principios del
evangelio y las grandes verdades que muestran la Biblia, y que de alguna manera
anhelarían que se manifestaran en sus
vidas pero, suelen terminar frustrados y
sin respuestas, abandonando la Iglesia, y lo que es peor abandonando a Dios.
Existen iglesias que trabajan mayormente la parte carnal del creyente, esto es, su
comportamiento, su manera de vestirse, su manera de actuar y de hablar.
Piensan que cambiando al hombre exterior se va a cambiar el hombre interior. Hay iglesias que
tienen reglas para vestir, hablar, comportarse, determinada por el pastor o los
líderes
Si el creyente deja de comportarse o hablar de la forma que
lo hacía, y decide comportarse y hablar según las reglas de la iglesia, queda
aceptado por la iglesia, y según ellos, aceptado por Dios. El creyente
vive la vida siempre midiendo su crecimiento por reglas y leyes.
Otras iglesias trabajan el alma del creyente, esto es, su parte emocional. Se enfocan en las sensaciones y sentimientos del creyente. Producen momentos de lágrimas, de dolor por los pecados, de gozo por la presencia del Señor, de culpabilidad o de gran emoción. Lo hacen a través de la música, la manera emocional de predicar, subiendo y bajando las luces, con humo de colores, con mucha palabrería del tipo, “Dios está aquí’ o “Dios está molesto y no está aquí’. Así es que el creyente vive su vida con altibajos, midiendo su crecimiento según sus emociones o las sensaciones que vienen y se van en cada culto. Si las sensaciones se apagan, piensan que Dios está lejos.
Pero el verdadero Ministerio viene cuando uno tiene una revelación personal de quien Jesucristo. Cuando Jesús les pregunta a sus discípulos ¿Quién decís vosotros quien soy yo? Y Pedro contesta “Tu eres El Cristo el Hijo del Dios viviente”, [1] Pedro tiene una revelación personal de quien es Cristo. El verdadero ministerio libera al creyente de la vida superficial de emociones y sensaciones, y lo lleva al nivel de la verdadera revelación de Cristo en nosotros. La revelación va más allá del entendimiento y doctrina. La revelación transforma al creyente en su hombre interior, lo que produce la certeza y la convicción, que constituyen la fe. Nos puede renovar la mente y es importante, pero mientras no sea una revelación, no veremos verdaderos cambios en nuestras vidas. La vida Cristiana es más que la buena doctrina
En lugar de cristianos frustrados, deprimidos y crónicamente
enfermos, el verdadero ministerio levanta al creyente de la vida atada por
leyes y reglas, y le hará tener una revelación personal de quien es Cristo en
su vida.
[1].- Mateo 16.16
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