Si nos preguntaran cual es nuestro versículo favorito de la
Biblia, seguramente contestaríamos alguna promesa de Dios que nos proporcione
fortaleza, valor y seguridad.
Desde que empecé a leer la Biblia y descubrir esta promesa
de Dios siempre ha sido una de mis favoritas:
"Tenemos confianza en Dios, porque sabemos que si le
pedimos algo conforme a su voluntad, él nos oye. Y así como sabemos que Dios oye nuestras
oraciones, también sabemos que ya tenemos lo que le hemos pedido" (1 Juan
5.14-15).
Dios nos ha prometido que si pedimos cualquier cosa, El nos la da, pero……. cualquier cosa que está de acuerdo a su voluntad.
La Biblia nos instruye que podemos pedir cualquier cosa a
Dios y obtenerla, pero si es conforme a su voluntad. Conocer la voluntad de
Dios nos capacita para saber cómo y qué debemos pedir en oración. La Biblia nos muestra claves para poder pedir eficazmente.
La fe inmadura trata de manipular a Dios, buscando caminos
cortos y fórmulas que garanticen una respuesta a cualquier petición. Muchas veces consideramos la oración como un
arma para obligar a Dios a cumplir con sus promesas. Pero la oración verdadera
no es un esfuerzo humano por persuadir a Dios o por forzar su voluntad. La
oración verdadera se funda en buscar y ponernos de acuerdo con la voluntad de
Dios. Nosotros pedimos de conformidad con su voluntad; luego descansamos en fe,
confiados en que Dios nos oye y que lo que le pedimos ya es nuestro.
De todo esto sacamos algunas lecciones prácticas para orar
de acuerdo con la voluntad de Dios:
1) Para orar con autoridad y recibir respuestas a tus
oraciones, asegúrate de que pides de acuerdo con la voluntad de Dios. Si no
conoces su voluntad, pídele a Dios que te la revele [1].
2) Cree que Dios oye tu petición y ya ha comenzado a
responderte.
3) Ora tenaz y pacientemente hasta que se cumpla su
voluntad. En eso consiste la oración verdadera [2].
Si armonizamos
nuestras oraciones de acuerdo con su voluntad, El nos oirá; y podemos estar
seguros de que si El escucha, nos dará una respuesta definida.
[1].- Santiago 1.5
[2].- Mateo 6.9-13
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