Según el código penal Español la omisión de
socorro es un delito, (Libro II, Título IX de la omisión del deber de
socorro), el artículo 195.- 1, dice: El que
no socorriere a una persona que se halle desamparada y en peligro manifiesto y
grave, cuando pudiere hacerlo sin riesgo propio ni de terceros, será castigado
con la pena de multa de tres a doce meses.
De igual manera en la palabra de Dios, (Evangelio de San
Mateo Cap. 25 de los versículos 42 al 46) dice: “Tuve hambre y no me disteis de
comer, tuve sed y no me disteis de beber, estaba desnudo y no me vestisteis,
estaba en la cárcel y no fuisteis a verme, era extranjero y no me acogisteis….” nos dice que los que se perderán para
siempre, no será por “lo que hicieron”, sino por “lo que no hicieron”, exactamente
por no socorrer a los necesitados, por no tender una mano a los que
sufren, todos estos irán al castigo
eterno [1].
Este es uno de los grandes errores que cometemos, el bien que podemos hacer y no lo hacemos, justificando nuestra indiferencia diciendo, “yo no tengo que ver nada con este tema”, “El se lo ha buscado por su mala vida”, “La herida que no quisimos curar, porque no fuimos nosotros quién la provocamos”, “La palabra de ánimo que nunca regalamos a quien encontramos afligido, por temor, vergüenza o por el qué dirán”, “El tiempo que le negamos a alguien que necesitaba hablar, diciéndole lo ocupados que estamos y lo mucho que hay por hacer”, “La pequeña ofrenda que no dimos a ese hombre sentado junto al híper porque no queremos contribuir a la mendicidad o la ociosidad”, “La visita a ese enfermo que quedó en el olvido y tanto, pero tanto bien, que pudiendo hacer, por mil excusas y razones que inventamos, no hicimos...”. Son acciones que no hacemos, que las justificamos, pero que en realidad son pecados.
Vivimos creyendo que con hacer lo que nos toca y no hacer mal a nadie, ya somos buenos y nos hemos ganado el cielo. No nos damos cuenta que si sólo hacemos lo que no nos cuesta, somos igual que los demás. Motivado por su amor a las personas, Jesús atendió las necesidades de los enfermos y los desalentados con quienes se encontraba cada día mientras anduvo por esta tierra.
Como discípulos de Cristo, debemos ser imitadores de su amor y ayudar a los demás en sus necesidades. Podemos esforzarnos un poco más y expresar amor a quien lo necesita; eso es lo que nos hace semejantes a Dios. Porque él no socorrer a nuestro prójimo, según el código penal seremos multado, pero según la Ley de Dios, nuestro castigo será eterno.
[1].- La idea que domina a todos los textos de la Biblia es
que el castigo eterno consiste en la separación de Dios, con todas sus
consecuencias. Los cuales sufrirán pena
de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su
poder
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