11 agosto 2013

Ayudar al prójimo o pasar de largo

Hace ya algunos años, en la ciudad de Alicante, caminando con el pastor de la iglesia a la cual yo acudía, vimos a una  mujer en la puerta de un híper sentada, trataba de que alguien le diese algo para comer, y la verdad es que la gente pasaba de largo, de repente y viendo lo acontecido el pastor me sugirió una pregunta, Esteban ¿tú crees que Pedro y Juan, [1] hubieran pasado de largo viendo la necesidad de esa mujer? 


La Biblia nos enseña que hubo personas que viendo una necesidad pasaron de largo. Dice la palabra de Dios que un hombre judío estaba haciendo el viaje desde Jerusalén hacia Jericó. En el camino fue asaltado por unos hombres quienes les robaron su ropa, lo golpearon y lo dejaron casi muerto. [2]

En la parábola del buen samaritano, tres figuras entran en acción, las dos primeras practican la indiferencia, pasan de largo; el buen samaritano, en cambio: observa, escucha, se detiene y da lo que puede y tiene, (tiempo personal, recursos económicos…), además gratuitamente, sin esperar resultados, sin esperar nada a cambio, porque este hombre no practica la lógica de dar a cambio de recibir, la lógica de  dar para que me den, sino que se mueve por la lógica del amor: DAR TODO A CAMBIO DE NADA.

Muchas veces  pasamos de largo ante la necesidad, con pensamientos como; “no ayudamos porque pensamos que si tiene necesidad es por su culpa”, “El se lo ha buscado”, “no ayudamos porque dudamos sobre su situación real”, “o no ayudamos porque le echamos la culpa a la sociedad”. La autojustificación es el mecanismo habitual que nos impide ayudar a nuestro prójimo.
¿Y nosotros pasamos de largo ante la necesidad de nuestro prójimo, o como el samaritano nos paramos y ayudamos ante la necesidad?

El amor  significa hacer algo para suplir la necesidad de alguien. No importa dónde vivas, siempre hay gente necesitada a tu alrededor. No hay razón justificada para negarse a brindar ayuda. El amor es la gran evidencia de que amas y sirves a Dios, y se demuestra a través de las acciones y actitudes.

¡Ah!, aquellas palabras de mi pastor no me las podía quitar de mi corazón y horas más tarde fuimos a por aquella mujer, la invitamos a comer y la llevamos a una casa de acogidas.


[1].- Hechos 3

[2].- Lucas 10.30-35

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