Alguien me dijo los cristianos nunca están de vacaciones, mi
reacción fue, que me están diciendo, ¿Qué no puedo irme unos días con mi
familia a la montana, o a la playa?, ¡no! Lo que me quería decir es que cuando
nos vamos de vacaciones existe el peligro de vivir como si Dios no existiera y
olvidarnos de quiénes somos y lo que representamos.
Claro que es bueno irse de
vacaciones, Jesús también lo izo, pero nunca se olvido de su cometido, eso es
lo que el querido hermano me quería decir.
La Biblia nos cuenta que
Jesús, viendo fatigados a sus apóstoles al volver de la misión, los invita a
tomarse unas breves vacaciones: "Venid vosotros solos les dice a un lugar tranquilo y apartado para que
descanséis un poco"[1]. Y es que "eran tantos los que iban y venían,
que no encontraban tiempo ni para comer". Bastante trabajo debían tener
los doce para que nuestro Señor tomara esta iniciativa.
A Jesús no se le escapa ningún detalle y como buen amigo y compañero, se preocupa de que no les falte unos días de descanso y para que repongan las fuerzas perdidas por el desgaste del trabajo. ¡Un feliz paseo en barca por el mar de Galilea en compañía de Jesús! ¡Qué vacaciones más especiales!
Sin embargo, en contra de las previsiones y a pesar de los días de descanso, mucha gente los ve marcharse y van detrás de Jesús y de los doce, por tierra, para volver a encontrarse con ellos en el lugar adonde se dirigían. Poco tiempo les duraron sus "vacaciones" porque, al desembarcar, continuaron con sus afanes misioneros. ¡Qué ejemplo de entrega a los demás! A pesar de que se tenían bastante merecido su descanso, deben olvidarse de sí mismos y renunciar al legítimo reposo físico para continuar ayudando y sirviendo a su prójimo.
A Jesús no se le escapa ningún detalle y como buen amigo y compañero, se preocupa de que no les falte unos días de descanso y para que repongan las fuerzas perdidas por el desgaste del trabajo. ¡Un feliz paseo en barca por el mar de Galilea en compañía de Jesús! ¡Qué vacaciones más especiales!
Sin embargo, en contra de las previsiones y a pesar de los días de descanso, mucha gente los ve marcharse y van detrás de Jesús y de los doce, por tierra, para volver a encontrarse con ellos en el lugar adonde se dirigían. Poco tiempo les duraron sus "vacaciones" porque, al desembarcar, continuaron con sus afanes misioneros. ¡Qué ejemplo de entrega a los demás! A pesar de que se tenían bastante merecido su descanso, deben olvidarse de sí mismos y renunciar al legítimo reposo físico para continuar ayudando y sirviendo a su prójimo.
En vacaciones, debemos seguir acordándonos de Dios y del
prójimo, debemos seguir teniendo nuestro tiempo de oración y lectura de la
Biblia, y es que en verano, seguimos siendo cristianos. Es más, tenemos una
magnífica oportunidad de serlo y de demostrarlo
Que nuestras vacaciones sean felices, por haberles dado un
sentido cristiano.
[1].- Marcos 6.31
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