Seamos buenos atalayas

En estos últimos días he sido un poco crítico con algunos asuntos que de verdad me preocupan. Por este motivo he recibido un mensaje que entre varias cosas me decían; que no había que juzgad para no ser juzgado. De vedad mi intención no era juzgad a nadie, pero eso sí, mi intención es poner al descubierto el pecado, proclamar la justicia,  y combatir la mentira, la carnalidad y la tibieza entre el pueblo de Dios.

El profeta Ezequiel recibió el encargo de ser atalaya del pueblo de Israel, El atalaya  debía velar por el pueblo. El atalaya  debía advertir y ayudar  al pueblo cuando venía el peligro.

Nosotros también somos atalayas del Señor ¿O no? A nosotros también Dios nos ha encomendado una misión, nos ha dado una tarea. ¿Cuál es esta tarea? ¿Cuál es esta misión? La misma de Ezequiel, advertir, amonestar denunciar a los que se ha alejado de la voluntad de Dios.

Y si estamos viendo u oyendo que hay pastores que están tiranizando a las ovejas con sus diezmos, ofrendas, primicias, limosnas  y otras contribuciones, con doctrinas inventadas todas exageradas con rigor, y aún oprimen y destruyen las almas para enriquecerse a sí mismos, pero no hacen ningún esfuerzo para el bienestar  de las ovejas a su cuidado. Ellos no saben nada de su rebaño, si tienen enfermedad, patas quebradas, mutiladas, extraviadas o perdidas, porque no las cuidan. Como atalayas del pueblo de Dios tenemos que denunciarlo, no podemos permitir que haya hombres que dicen que hablan en nombre de Dios,  y que estén oprimiendo a hombres y mujeres, solo para hacer templos más grandes, ministerios que no tienen mucho sentido y  para vanagloriarse de que ellos son los mejores, los ungidos del Señor.

Jesús dijo a los fariseos religiosos: "¡Generación de víboras!  ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos?  Porque de la abundancia del corazón habla la boca"[1].  Para muchos evangélicos, este sería un lenguaje inaceptable en nuestros días, pero es el lenguaje bíblico y viene de la boca del Ungido de Dios.

Parado frente a frente con esos falsos maestros, Jesucristo, el Hijo de Dios, les llamó "hipócritas", "guías ciegos", "sepulcros blanqueados", "serpientes", y "generación de víboras" [2].  Sin embargo, se nos dice que debemos tener compañerismo y no juzgarles con esos cuyas doctrinas son justo tan antibíblicas como las de esos fariseos.  Y, nosotros no debemos señalarlos.

Cerca del comienzo de Su ministerio: "Estaba cerca la pascua de los judíos; y subió Jesús a Jerusalén, y halló en el templo a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas allí sentados.  Y haciendo un azote de cuerdas, echó fuera del templo a todos, y las ovejas y los bueyes; y esparció las monedas de los cambistas, y volcó las mesas; y dijo a los que vendían palomas: Quitad de aquí esto, y no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado" [3].  Nuestro Salvador se presenta hoy en día como alguien manso, humilde y amoroso aún con los falsos maestros, lo cual es completamente falso.  Cuando Jesús trató con los falsos maestros y profetas, sus palabras fueron ásperas y sus acciones claras.

Cerca del final de su ministerio público, Cristo encontró la necesidad de limpiar el templo una vez más.  La denuncia de las falsas doctrinas es un trabajo interminable.  Al mismo tiempo Él dijo: "Y les enseñaba, diciendo:  ¿No está escrito: Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones?  Mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones" [4].  ¿Hay alguna diferencia hoy?  ¿No deberíamos delatar a esos ladrones (falsos maestros)?

En nuestros días, estos falsos maestros han entrado a las iglesias con sus libros, música, literatura, películas, psicología y seminarios, y han cambiado la casa de Dios en una cueva de ladrones.  Es tiempo de que los hombres de Dios se levanten y expongan esos errores para que todos los conozcan. 

1].- Mateo 12.34

[2].- Mateo 23.23-34   

[3].- Juan 2.13-16

[4].- Marcos 11. 17