Siempre estamos tomando decisiones, desde que nos
levantamos, hasta que nos acostamos. A
lo largo de nuestra vida siempre hemos tenido que tomar alguna decisión, que
estudiar, donde trabajar, donde ir de vacaciones. A veces tomamos la decisión
acertada, y otras veces la menos acertada, y cuando es así nos quejamos de no
haber tomado la otra decisión.
Hoy tenía que tomar una decisión, tenía dos carreteras para
llegar al lugar de destino y estuve un tiempo pensando por dónde ir, al final
tome una decisión y cuál fue mi sorpresa que a la mitad del recorrido la
carretera estaba cortada, media vuelta y volver a empezar, con el
correspondiente enfado por la decisión equivocada que tome.
Claro pensándolo bien la decisión que tuve que tomar fue con los “ojos cerrados” no había ningún cartel ni advertencia de la carretera cortada.
Claro pensándolo bien la decisión que tuve que tomar fue con los “ojos cerrados” no había ningún cartel ni advertencia de la carretera cortada.
Pero para que no haya lugar a dudas del camino a elegir
tenemos la Biblia para dirigirnos, El Rey David decía: Tu palabra es una
lámpara a mis pies y una luz en mi camino, (Salmo 119.105)
Por eso es importante
consultar a Dios mediante su palabra la decisión o el camino a seguir. ¿Porque qué
podemos esperar cuando dejamos los caminos de Dios, y elegimos nuestro camino basadas en la
lógica o el criterio humanos?
Hay una historia en la Biblia que nos muestra cual es el
verdadero camino. En Génesis 3. 1-7 muestra que Eva enfrentaba un conflicto
entre los camino de Dios, lo que Dios había dicho, y nuestro camino, lo
representado por nuestros propios deseos. Lamentablemente, decidió escoger el
camino que ella creía que era el mejor, decidió creer la mentira y no la
verdad, aceptar el consejo del diablo y no el consejo de Dios, dejarse guiar
por el que deseaba su ruina y no por el que deseaba su dicha y su felicidad.
Como consecuencia de la fatídica decisión adoptada por ella y por su esposo, el
pecado entró en el mundo, con su secuela de dolor, llanto, miseria y muerte. Eva
sabía muy bien lo que Dios requería de ella. Sin embargo, centró su atención en
los atractivos de la oferta de Satanás. Sopesó cada opción contra los deseos de
su propio corazón y, desgraciadamente, optó por lo que resultaba más agradable
para sus ojos.
Cuando seguimos una conducta similar a la de Eva, lo que en
realidad decimos a Dios es: «Muchísimas gracias por tu consejo, pero haré las
cosas a mi manera, y no como tú quieres». Debemos ser cuidadosos de cómo
respondemos a los llamamientos de Dios. Dios se ha hecho asequible y
disponible. Anhela que lo busquemos y le permitamos poner en nuestra mente sus
pensamientos, para que podamos decidir correctamente. Si pedimos que nos
ilumine para tomar decisiones correctas, entonces debemos atender su Palabra.
Si deseas evitarte muchas frustraciones, fracasos y pesares, sé obediente y
pide fortaleza para seguir el camino verdadero que nos llevara a alcanzar la verdadera
felicidad.
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