A veces el camino puede resultar estéril, o muy dificultoso. El dolor nos sorprende y caminamos por valles de sombra. Otras veces, damos un paso y parece que retrocedemos dos, de repente tenemos que hacer frente a un suceso inesperado y difícil en nuestras vidas, para unos puede ser una perdida que conlleva una gran pena, para otros una enfermedad, todas estas cosas son suficientes para engendrar un sentimiento permanente de derrota.
Sea lo que sea lo que provoque ese perturbar y ese sacudir en nuestras vidas como si una tempestad las hubiera golpeado, en esos momentos es esencial que recordemos aquello de “mientras hay vida hay esperanza” y que “todo, todo… es posible si se cree de todo corazón” y sobre todo saber que “la fe mueve montañas”.
Aunque no den higos las higueras, ni den uvas las viñas ni aceitunas los olivos; aunque no haya en nuestros campos nada que cosechar; aunque no tengamos vacas ni ovejas, siempre te alabaré con alegría porque tú eres mi salvador.
(Habacuc 3.17-18) Traducción Lenguaje actual
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