21 septiembre 2019

El amor hecho visible


¿Cómo cristianos como debería ser nuestro comportamiento con los refugiados o con los inmigrantes que llegan a nuestras ciudades? ¿Cómo debe un seguidor de Cristo responder ante estas situaciones? Tenemos la Biblia que nos enseña, nos reprende, corrige y nos entrena en todas las cosas. (2 Timoteo 3.16) Podemos tomar los principios que se encuentran en la Escritura para aprender cómo responder a la actual crisis de refugiados e inmigrantes. 


Actualmente existen muchas dudas entre los ciudadanos respecto a poder ayudar a estas personas, porque dan por hecho de que algunos de los terroristas responsables de alguna tragedia en Europa podrían haber llegado a través de los diferentes programas de refugiados, o de la llegada de inmigrantes. Por otro lado algunos dirigentes de países han dicho que no acogerán a ningún refugiado, ni inmigrante en su país, apoyándose en que no todos vienen con buena disposición, la preocupación es que ayudando y apoyando a estas personas, sin saberlo podemos dar asilo a personas que no tienen el deseo de trabajar o de tener una vida mejor, sino de hacer daño.

Sin embargo, como creyentes, tenemos que preguntarnos si tenemos que darles la espalda o ayudarles en la medida que se nos permita a aquellos que están en necesidad, porque la realidad es que hay mucha gente que está sufriendo, que lo están pasando mal. Unos llegan de sus países huyendo de conflictos armados o persecución, otros llegan para mejorar sus vidas encontrar un trabajo digno, una reunificación familiar, o por otras razones. Y la realidad es que muchos de estas personas no tienen servicio de salud, no tienen trabajo, no tienen oportunidades educativas, y lo peor no tienen personas que les asesoren, que les guíen a encontrar alguna salida a su situación desesperante. 
Como cristianos la ley del amor debe entrar en acción y debe guiar nuestra respuesta a los hechos. “Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?” (1 Juan 3.17). 

El mandamiento más importante es que amemos a Dios y luego amemos a nuestro prójimo, (Mateo 22.37-40) Si está dentro de nuestra capacidad ayudar a alguien que lo necesite, como un seguidor de Cristo debemos hacerlo.

Sin embargo, la ley del amor no es contradictorio con la compasión y la sabiduría. Ambos pueden existir juntos. Es razonable investigar a las personas y ser prudente acerca de quien verdaderamente necesita ayuda. No estamos llamados a ser agradables, pero somos llamados a ser bondadosos. La bondad es sabia y compasiva. Hacer lo correcto no siempre es políticamente correcto y no debe estar motivado por la emoción o por el miedo. Debe ser impulsado por la prudencia, la sabiduría y la verificación sabía. Se necesita mucho discernimiento para obrar sabiamente.

Como creyente, nuestra respuesta inicial tiene que ser siempre orar por ellos, pero también ayudarles en nuestra medida, (materialmente, información, asesoramiento, etc). Dios por medio de su palabra nos recuerda qué es lo mejor que podemos hacer y lo que espera de nosotros. Es muy sencillo: Dios quiere que seamos justos los unos con los otros, que seamos bondadosos con los más débiles, y que lo adoremos como su único Dios. (Miqueas 6.8).

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