06 noviembre 2009

Entre paseo y paseo

Estábamos paseando por la plantas del Hospital, visitando a los enfermos, y me puse a pensar en los muchos hombres y mujeres ingresados en los hospitales, o que cada día acuden a las consultas externas para pasar sus oportunas revisiones.

Mientras observaba a las personas, pensé en las tantas actividades y planes que tuvieron que suspender para buscar la restauración de su salud. Cuando se enteraron de su situación física, todo lo demás disminuyó en importancia. Todos los planes y actividades tomaron un segundo lugar: la reunión de negocios, las vacaciones, la compra de un coche nuevo.

Luego pensé en lo que pasaría si toda esta gente se preocupara de igual manera por los síntomas de la enfermedad espiritual. ¿Imagínate los resultados, si la gente dejara todo lo demás para buscar la salud espiritual con el mismo fervor y seriedad que los pacientes de cualquier hospital.

Y a nosotros, ¿qué nos preocupa más: las necesidades físicas o las espirituales? ¿Has buscado al Médico Supremo para curar la enfermedad fatal del pecado con la misma disposición que lo harías para buscar un remedio para sanar esa enfermedad en tu cuerpo?

Es importante cuidar el cuerpo. Pero las palabras de Jesús revelan cuál debe ser nuestra primera preocupación:

"Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno"

(Mateo 10:28).

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