Decía Martin Luther King, en el libro La Fuerza de Amar. Que en estos días de cambios catastróficos y de gran incertidumbre, ¿Quién no
se siente deprimido y turbado por un miedo paralizante? En todos los rincones
del mundo, hombres y mujeres se enfrentan con temores que a menudo se presentan
bajo extraños y variados disfraces. Alarmados ante la posibilidad de perder la
salud, descubrimos en el síntoma más insignificante una prueba de la
enfermedad. El temor a lo que nos puede deparar la vida induce a ciertas
personas a vagar sin rumbo fijo por el camino escabroso de la droga, bebida y
de la promiscuidad sexual, llegando a desarrollar un complejo de inferioridad,
y caminamos por la vida con sensación de inseguridad, falta de confianza en
nosotros mismos y temor a un repentino fracaso.