El mundo podría dividirse en dos grandes grupos: el de las
personas que llegan a la hora y el de las personas que siempre llegan tarde.
Llegar a las citas y al trabajo a la hora es lo ideal y lo correcto, al menos
en la cultura occidental, donde la impuntualidad no goza de muy buena
popularidad. No está bien vista, se percibe como una falta de respeto y de
consideración hacia las otras personas que sí llegan a la hora. Pero quien más
y quien menos han llegado algunos minutos tarde en más de una ocasión. Nadie es
perfecto. Y si esto sucede de manera puntual, no ocurre nada.