Es muy habitual oír a los cristianos decir: "Dios ocupa
el primer lugar en mi vida" o aconsejar a otros que "se aseguren de
que Dios tiene el primer lugar en su vida". Estas expresiones se utilizan
con tanta frecuencia que corren el riesgo de convertirse en algo habitual en
los medios cristiano. Sin embargo, la idea de poner a Dios en primer lugar es
totalmente bíblica. Poner a Dios en primer lugar significa que le damos la
máxima prioridad sobre todo lo demás. Que Él es lo más importante en nuestras
vidas y el centro de todo lo que hacemos y pensamos.
Las parábolas de Mateo 13.44 y 45, nos ayudan a ver si el reino
de los cielos es lo más importante de nuestra vida. El reino de los cielos vale
tanto que es correcto vender todo lo que tenemos para conseguirlo. ¿Es así de
valioso e importante para nuestra vida? La mayoría de los cristianos diríamos
felizmente “Amén” a esto.
Cada uno pensó que el tesoro era tan valioso que vendió todo
lo tenía para conseguirlo. Hay algunas veces que no sabemos muy bien si estaríamos
dispuestos a renunciar a todo lo demás para conseguir ese tesoro. Pero esto
paso con estos hombres que encontraron el tesoro, que vendieron todo lo que
tenían, y lo hicieron con alegría. ¡Con alegría! Sin arrastrar los pies, sin pensar
el gran costo de perder el resto de sus posesiones. Estaban muy contentos de haber hecho un buen “negocio”.
La historia cristiana está llena de personas que han hecho
algo así. Algunos han dado la espalda al dinero familiar debido a su fe. Otros
han dejado carreras prometedoras para servir en el ministerio. Otros
innumerables han dedicado su tiempo libre y el dinero que de otro modo habrían
gastado en sí mismos para el crecimiento del reino.
Entonces, ¿Cómo actuaríamos nosotros en esta situación? Hay
dos formas de abordar esta cuestión:
Si nuestra vida fuera auditada, ¿habría evidencia de que
Jesús es lo más importante para nosotros? Si alguien tuviera acceso a cómo
gastamos nuestro tiempo y nuestro dinero, ¿Qué conclusión sacaría? Una visita un domingo a la iglesia no encaja del todo con las parábolas de Mateo 13. Deberíamos preguntarnos: ¿Tiene la Biblia un
papel importante en nuestra vida? ¿Qué tal la oración? ¿Qué tal las
conversaciones con familiares y amigos sobre Jesús? Deberíamos ser honestos con
nosotros mismos. Decir que Jesús es el primero en nuestras vidas es algo más
que asistir a las reuniones programadas en la iglesia, en realidad demasiados
cristianos que dicen que Jesús es lo primero de su vida viven como cualquier
persona que no conoce a Dios.
El otro tema a tratar es, ¿Qué te trae alegría a tu vida?
¿Qué te trae felicidad y satisfacción? ¿Qué te emociona? Los hombres que
vendieron todo lo que tenían no estaban tristes por lo que perdieron, sino que
se alegraron mucho de lo que encontraron. Si la iglesia siempre es una carga y
lo que realmente provoca alegría es el fútbol o el dinero, algo anda mal.
Servir a Jesús es un trabajo duro, pero es lo que estamos destinados a hacer y
hay una gran bendición en ello. Si asistir a las reuniones programadas de la
iglesia, o si la lectura de la Biblia es una carga y no como un gozo, es que hay
un problema a la vista que hay que tratar. Recuerda la bendición de estar en el
reino, queremos ser consistentes con nuestra fe y vivir, no como hipócritas,
sino como hijos de Dios. Si dice que Jesús es el primero en su vida, tome las
medidas necesarias para asegurarse de que esto sea realmente cierto.
Poner a Dios en primer lugar es más fácil cuando tomamos en
serio las palabras de Romanos 11.36: "Porque de él, y por él, y para él,
son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén".
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