No soy, por naturaleza, una persona que tenga mucha
confianza en sí misma, por eso he pasado gran parte de mi vida intentando pasar
desapercibido. Recuerdo que siendo muy joven y aún un poco más mayor me costaba
mucho en tratar de determinar el asiento en el aula que era menos llamativo y
que requería el menor contacto visual con los compañeros o con el conferenciante.
Hacia todo lo que pude para salirme de situaciones que me pondrían antes otros
compañeros. Evitaba toda situación que hiciera que la gente se fijara en mí. Y
continuó sin cesar en muchos de mi vida.