Me mandaron un video de una congregación donde el pastor
daba una voces fuera de lo normal, era algo que llamaba mucho la atención. Personalmente
pienso que lo que quería este “pastor” era llamar la atención y estimular
emociones en quienes les escuchan. Había momentos de hablar más suave y
pausado, y de pronto aumentaba la intensidad, hasta unos límites insospechados,
con el objetivo es lograr un estado de vulnerabilidad emocional colectiva.
Esto me recuerda a la conversación que mantuvo Elías con los
profetas de Baal, (1 Reyes 18.25-29) diciéndoles que invocaran el nombre de
Baal, pero este no les respondía, y Elías se burlaba de ellos diciéndoles:
Gritad en alta voz, porque quizá vuestro dios está meditando, o tiene algún
trabajo, o va de camino; tal vez duerme, y hay que despertarle. Y ellos
clamaban a grandes voces.
Gritar no garantiza que se nos preste más atención ni
significa que se nos entienda mejor. Incluso todo lo contrario. Hay muchas
maneras de reaccionar ante alguien que nos está gritando y quizá la menos
habitual, pero la más efectiva es la de “hacer oídos sordos”. Hay personas que
automáticamente cuando ven que alguien grita desconectan y esperan a que se
tranquilice para poder entablar una conversación con ella.
¿Entonces porqué hay tantos y tantos pastores que el gritar
forma parte de su sermón?
Según mi humilde opinión creo que se debe a varias razones:
1ª.- Porque fueron enseñados y crecieron bajo la influencia
de otros pastores que gritaban. Si este pastor creció en ese ambiente, seguramente
él orará y predicará gritandoles a Dios y a los feligreses.
2º.- Porque resulta más fácil hacer un espectáculo de luz,
sonido, música y griterío emotivos que pueden hacer reír y llorar a la gente
con su espectáculo que el diligente y cuidadoso estudio de la Palabra de Dios,
pero que en realidad lo que “enseñan” tiene muy poco fundamento bíblico o
ninguno. Quieren montar un gran espectáculo para hacer creer a la gente que
ellos tienen una conexión única con Dios y una revelación que nadie más posee.
3º.- Lo peor de todo son aquellos que con sus gritos y
“amenazas” obligan a Dios a hacer las cosas cuando ellos quieran. Sus gritos de
“ahora” “ahora” están obligando a Dios a hacer señales, revelaciones de parte
de Dios. Me causa tristeza porque me dice que tienen un concepto muy
superficial de Dios, Dios hace oídos sordos a peticiones fuera de su voluntad.
Pero hay un tercer
grupo, uno que en lo personal me causa gran tristeza, el de aquellos pastores
que hacen espectáculo porque creen que necesitan ayudarle a Dios con sus cosas
para que la gente crea. Estos son los pastores que simulan
Este tipo de personas me recuerdan a los profetas de Baal cuando el siervo de Dios los reta para
demostrar cuál es el Dios verdadero. Los falsos profetas clamaron a gran voz,
danzaron, se cortaron, gritaron y nada sucedió, pero cuando Elías, el profeta
de Dios, hizo una sencilla oración, Dios respondió manifestando su poder ante
todo el pueblo.
No depende del espectáculo, los gritos o lo solemnes y mustios que podamos ser, sino que depende de Dios y que lo honremos como Él quiere ser honrado y no como nosotros queramos, sino cómo Él nos lo ha dicho en Su Palabra.
Que Dios te bendiga
Muy acertado, como siempre.
ResponderEliminarGracias por tus publicaciones.
Dios te siga bendiciendo Esteban.