En esta primera semana de los Juegos Olímpicos salto la gran
noticia, Simone Biles, una de las grandes figuras de los Juegos Olímpicos
Tokio-2020, se va a tomar un año de descanso para intentar alejarse del foco
mediático. La joven gimnasta, ganadora de cuatro oros y un bronce en Río,
quiere descansar después de la tensión que ha vivido en la última época. Biles reconoció la
presión que han significado estos Juegos. A pesar de que no todo el mundo tiene
la misma visión de Biles o vive bajo la presión a la que están sometidos los
atletas en la competición más importante del mundo, el gesto de la deportista
puede servir de lección y reflexión para todos nosotros y ver lo importante que
es muchas veces hacer un paro en nuestras vidas.
¿Entonces es correcta de decisión de Biles de rechazar
algunas posibles medallas para descansar? Personalmente creo que si porque el
descanso tanto mental como físico sirve para prevenir las consecuencias
negativas físicas y psicológicas del cansancio que acumulamos y que nos pueden
impedir trabajar, o, al menos, trabajar bien. Y lo es también para vivir con
mejor calidad de vida, pues el descanso elimina las sensaciones y afectos
negativos, y devuelve la fuerza física y mental para volver al trabajo en
condiciones óptimas.
Esta historia nos enseña lo importante que es descansar, estar
libre de presiones, tomar unas vacaciones, desocuparte de todas esas
ocupaciones diarias, liberarte de todo estrés acumulado durante el año. Este
pequeño retiro que yo diría “Obligatorio” nos va hacer volver con nuevas
energías, nuevas fuerzas y nuevas visiones, tanto para nuestro trabajo,
ministerio o familia.
Muchos creyentes se preguntan si los cristianos pueden tomar
vacaciones. Las vacaciones son un tiempo de descanso, y Dios nos dio el ejemplo
en Génesis 2.2-3 cuando reposó de lo que había creado. En Éxodo 20.8-11 Dios le
dice a su pueblo que ellos debían descansar de su trabajo en el séptimo día;
tomar vacaciones cada semana, por así decirlo. Jesús dijo que el día de reposo
fue hecho por causa del hombre, dando a entender que Dios lo dio como un regalo
para nosotros (Marcos 2.27). En lugar de ser la carga que había llegado a
convertirse en los días de Jesús, el día de reposo tenía por objeto ser un día
de recuperación. Cuando descansamos, declaramos que dependemos de Dios,
ejercitamos nuestra fe en su provisión, y somos renovados mentalmente y físicamente.
Es relajante romper con la rutina normal, alejarse de las
responsabilidades y descansar. Dios preparó nuestro mundo y nuestros cuerpos
para que necesitara un patrón de trabajo pero también de descanso, y las vacaciones me han
hecho pensar en la importancia de esto.
También necesitamos descansos mentales de nuestras
actividades habituales. Nos cansamos. Cuando ha sido un largo tiempo de trabajo
sostenido sin vacaciones, nos volvemos menos eficientes y más negativos con la
vida. Necesitamos descansar tanto como lo hizo el antiguo pueblo de Dios.
También hay una razón teológica para el descanso regular,
además de seguir el ejemplo de Dios. Descansar nos recuerda que Dios está a
cargo del mundo y nosotros no. Por importantes que seamos, necesitamos dormir,
necesitamos vacaciones, mientras que Dios no se adormece ni duerme (Salmo 121.4).
Nuestra necesidad de descansar nos recuerda nuestra fragilidad y límites y
debería ser un consuelo al recordar que Dios no tiene esas limitaciones.
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