Vivimos tiempos difíciles y complicados: Después de la
pandemia del Covd-19, y cuando parece que va todo un poco mejor, nos llega el
bombardeo por parte de los políticos, con razón o menos razón de lo que sea
hecho mal, de lo que se ha hecho bien, de lo que se debería haber hecho, y de
lo que no se debería haber hecho en esta pandemia. Pero como dice el dicho “Agua
pasada no mueve molino”. Esto quiere decir que de nada sirve pasar el tiempo lamentándose
de no haber hecho algo que ya no está a nuestro alcance.
Por otro lado cuando entendemos que los dirigentes políticos
deberían estar enfocados, a la búsqueda de soluciones y acuerdos que permitan
solucionar los problemas de los ciudadanos causados por la pandemia, la
mayoría están envueltos en una serie de reproches e insultos destinados a
crispar al adversario.
No llegan hay todos los problemas, durante estas dos últimas
semanas, en muchos países sobre todo en EE.UU se han propagando protestas por el asesinato de
George Floyd, algunas demasiados violentas,
con enfrentamientos, saqueos e incendios.
Como cristiano me preocupa todo esto, sobre todo por la
crispación que conlleva toda esta violencia tanto en un lugar como en el otro,
y que solo genera odio y rencor, y nos preguntamos ¿Qué podemos hacer? Algunos
de mis amigos y conocidos me han preguntado acerca de mi silencio en cuanto a
todo esto, y no es que no haya estado pensando y orando mucho sobre estos
problemas. Pero no tengo el poder para presentar una línea de pensamiento que
remedie el problema y nos traiga la solución a todos.
El gobierno, como una extensión de la justicia de Dios, debería
ser justo en todos estos temas, pero nosotros también tenemos una obligación
ante Dios. No debemos devolver el mal por el mal, sino vencer el mal con el
bien. Nuestra responsabilidad como embajadores de Cristo es clara: hacer
justicia, amar la misericordia y caminar humildemente con nuestro Dios (Miqueas
6.8).
Esta es una batalla que requiere una solución espiritual. Es
un momento para arrodillarnos y orar por la intervención del Señor: para que Dios
de sabiduría a nuestros líderes, para que prevalezca la verdad, para que sus
corazones cambien, para que se extienda la gracia.
Algunos pueden pensar que todo esto no es suficiente, pero es
lo que Dios me ha dotado y es lo mejor que ser hacer. Voy a mantenerme en el trabajo
que Dios me ha dado para llevar a cabo: Amar
y ayudar al prójimo y enseñar la verdad del evangelio, incluidas las verdades
de la dignidad humana, la igualdad, la justicia y la paz que la gracia de Dios
puede brindar a cada uno de nosotros que vive las virtudes cristianas. Sigo comprometido a
mantener mis manos en ese arado, sirviendo al reino, y no entorpeciéndome en
las cosas del mundo.
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