El papa Francisco y el líder musulmán Ahmed al-Tayeb rezarón
el pasado 14 de mayo del 2020 junto con los creyentes de muchas religiones para
pedir por el fin de la pandemia de covid-19. “Todos estamos unidos como seres
humanos, como hermanos, rezando a Dios, de acuerdo con la propia cultura, de
acuerdo con la propia tradición, de acuerdo con las propias creencias, para que
el Señor detenga esta pandemia”, dijo el Papa durante la misa matutina en la
capilla de su residencia en el Vaticano. Por otro lado desde El Cairo, el gran
imán de Al-Azhar, profesor de filosofía islámica, recomendó a los creyentes que
“imploren a Ala todopoderoso por la salvación de todos los humanos de esta
desgracia y que ayude a los científicos para que encuentren un remedio”.
Cuando leo cosas como estas siempre me surge una pregunta en
mi mente: ¿Dios escucha todas clases de oración o solo escucha un tipo
específico de oraciones? ¿Responde Dios las oraciones de todas las
personas?
Como siempre intento buscar la solución a mis dudas en las
Sagradas Escrituras, y el Señor me llevo hasta el salmo 145 en el versículo 18
que dice esto: El Señor está cerca de todos los que lo invocan, de todos los
que lo invocan en verdad. No hay nada más reconfortante saber que el Señor está
cerca de nosotros cuando lo llamamos. Que no importa lo que estemos enfrentando
y no importa cuán difícil sea la situación que estemos viviendo, Jesucristo
está cerca, listo y dispuesto a escucharnos. Este versículo es una promesa
maravillosa para aquellos que creen que Dios está cerca cuando lo invocamos de
verdad, de corazón.
Pero también esta parte de la Biblia me lleva a otra
pregunta importante. ¿Significa este versículo de la Biblia que Dios está cerca
de cualquiera que lo invoque? Seamos honesto y sinceros, el Salmo 145.8 nos
dice claramente que Dios solo escucha las oraciones de las personas que lo
invocan en verdad. Quiere decir esto que esas otras religiones del mundo, donde
hay muchas personas que rezan todos los días, y de las cuales muchos cristianos
nos avergonzaríamos por sus esfuerzos y
tenacidad, ¿Dios los está escuchando?
¿Y todas esas personas que van al Muro de las Lamentaciones
en Jerusalén con el único propósito de rogarle a Dios que envíe al Mesías por
primera vez? Personas que fielmente, día tras día, van y rezan a veces llorando
pidiéndole a Dios que envíe al Mesías prometido. Y de nuevo surge la misma
pregunta ¿Contestará Dios su oración? Por supuesto que no. Cristo ya vino.
Y a todas esas personas que participan en la ceremonia de
los pasos sagrados que se celebra en Roma, acompañado del Rosario y esperando
que, a través de sus oraciones a María, Dios en su misericordia permita que su
ser querido salga del purgatorio siete años antes. ¿Verá Dios las lágrimas y
escuchará sus oraciones y concederá su pedido? Por supuesto no. El purgatorio
ni siquiera existe.
Hay millones y millones de personas que hacen
peregrinaciones a ciertos lugares haciendo penitencias y rezando oraciones
memorizadas a su dios, con la esperanza de que Dios los escuche y les conceda
la salvación a través de sus esfuerzos, ¿pero Dios verá sus esfuerzos y les
otorgará la salvación basada en eso? Por
supuesto que no. Nunca compartiría su gloria con ningún humano, y les
permitiría ganar su salvación a través de obras.
Como creyentes, comprendamos esta simple verdad, es decir,
que Dios solo escucha un tipo de oración, la oración ofrecida en verdad. Tenemos
un claro ejemplo en las Escrituras. Cuando el fariseo ora, Lucas señala el
hecho de que está "orando para sí mismo", afirmando que Dios no le está
escuchando (Lucas 18.11), luego Juan dice: "Esta es la confianza que
tenemos ante Él, que, si pedimos algo de acuerdo con su voluntad, nos escucha”.
Implicando que Dios nos escucha cuando oramos de acuerdo a su voluntad. (1 Juan
5.14) Obviamente él escucha todo, pero Juan enfatiza el hecho de que Dios
escucha y responde a aquellos que desean que se haga su voluntad por encima de
todo.
Jesucristo fue muy claro cuando dijo: "Yo soy el
camino, la verdad y la vida, nadie viene al padre sino por mí". Juan 14.6.
Este versículo no solo enseña que Jesús mismo es la verdad, sino que también
nos enseña que sin creer en Él y en la posesión de su justicia, nadie puede
acercarse a Dios.
Es importante saber y enseñar que para que Dios nos escuche debemos
arrepentirnos de nuestros pecados, arrepentirnos de nuestro orgullo y confiar
solo en Jesucristo. Entonces y solo entonces podremos acercarse con valentía al
trono del Señor, no por nuestra propia justicia sino por la de Cristo.
Jesús dijo, "Si permanecéis en mí, y mis palabras
permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho" (Juan
15.7). El secreto de la oración es permanecer en Cristo, para que cualquier
cosa que pidamos sea en conformidad con su corazón. Sólo entonces podemos tener
la confianza que Dios escucha nuestras oraciones con la intención de
responderlas.
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