02 mayo 2020

"Más bienaventurado es dar que recibir”


Cuando empecé a escribir este blog, reconozco que lo hice mal, ya que la intención que yo creía la correcta no era tan correcta. Me explico. Creía que la forma de medir el éxito de este blog era observar las estadísticas, medir el crecimiento que tenía de lectores que entraban a través de las semanas, los meses o los años, cuando veía un crecimiento en el número de lectores, creía que había tenido éxito y cuando veía un descenso en el número de lectores, pensaba que había fracasado. 


Más adelante me di cuenta de que la parte más emocionante de tener un blog no es el número elevado de lectores sino el alcance del mismo. La alegría más profunda se encuentra en poder bendecir a otros a través de los post semanales. Me di cuenta que era más importante lo que yo daba, que lo que yo podía recibir.

La Biblia es muy clara respecto a esto dice: Más bienaventurado es dar que recibir.” (Hechos 20.35). Quizás te parezca extraño, ¿qué es mejor dar que recibir? pero piense de la siguiente manera: Es más feliz quien da, porque si esa persona dio es porque tenía, y el que recibió no tenía; quien da tiene la condición que la otra persona no tiene. Es claro que quien recibe se pone feliz (Todos hemos recibido algo y eso nos ha hecho súper-felices, ¿o no?), pero las Sagradas Escrituras dicen que mucho más feliz es quien da.
Yo sé que parece ser un pasaje misterioso o un versículo del que los cristianos se hayan olvidado, pero es un versículo que requiere ser aplicado en nuestra vida. Personalmente una vez que empecé a meditarlo y a aplicarlo, este versículo ajustó completamente mi manera no solamente sobre la visión del blog, sino me invito a reajustar la forma de evaluar muchas cosas en mi vida. Una vez que puse en funcionamiento este principio en algo tan cotidiano como en mi blog, empecé a verlo en otras partes de mi vida.

Lo encontraré en la obediencia a los mandatos de Dios en cuanto a la generosidad. Tener mucho puede hacerte feliz, pero es completamente insignificante en comparación con el gozo de dar de lo que tienes, (comida, ropa, dinero) a quienes lo necesitan con mayor urgencia y que pueden utilizarlo de maneras más provechosas. Es mucho más bienaventurado dar que recibir o acumular.
Lo veo hoy en mi familia, en mi hogar, en esos tiempos en que todo dentro de mí grita, que merezco que me sirvan, que me pongan la comida,  ¡Estoy tan cansado! ¡Estoy agotado! Pero me doy cuenta que exigir tanto no es bueno. Mejor es decir a tu familia sentaros que hoy  cocino yo, hoy yo os sirvo, y hasta en esto tan cotidiano, el Señor me confirma una vez más que es más bienaventurado dar que recibir.

Es un principio que se debería aplica en toda nuestra vida. Reconozco que personalmente estoy muy lejos de dominar este principio con todas sus implicaciones. Pero puedo afirmar y tengo que recordármelo a menudo, que el Señor asegura lo que dice, y que el gozo que viene a través de la obediencia, el gozo que viene a través de dar, es más profundo y mejor y más satisfactorio que el gozo pasajero que proviene de acumular. En realidad, es más bienaventurado dar que recibir.

¿Cómo es posible que sea mejor dar que recibir? Jesús nos da la solución a este problema. El principio radica en que necesitamos enfocarnos en las necesidades de los demás, en lugar de encerrarnos en nuestro egocentrismo. Dios nos enseña que la verdadera felicidad y plenitud de nuestra vida radica en aprender a dar generosamente a los que se encuentran en verdadera necesidad.

Jesús como siempre es el genuino ejemplo de este principio, cuando entrego su propia vida para beneficio de todos nosotros. El apóstol Pablo lo describe muy correctamente a los Filipenses diciendo: “el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre,”. (2.6-9).

¿Cómo puedo dar? Todo el mundo puede de alguna manera dar. Mira a su alrededor. En la escuela, en el trabajo, en la calle, en el autobús, en la iglesia. En cualquier momento y en cualquier lugar siempre hay alguien necesitando, siempre hay algo que usted le puede dar. Ya sea una palabra de fe o una ayuda material, y seguro que su felicidad será completa.


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