Cuando empecé a escribir este blog, reconozco que lo hice
mal, ya que la intención que yo creía la correcta no era tan correcta. Me
explico. Creía que la forma de medir el éxito de este blog era observar las
estadísticas, medir el crecimiento que tenía de lectores que entraban a través
de las semanas, los meses o los años, cuando veía un crecimiento en el número
de lectores, creía que había tenido éxito y cuando veía un descenso en el
número de lectores, pensaba que había fracasado.
Más adelante me di cuenta de
que la parte más emocionante de tener un blog no es el número elevado de
lectores sino el alcance del mismo. La alegría más profunda se encuentra en
poder bendecir a otros a través de los post semanales. Me di cuenta que era más
importante lo que yo daba, que lo que yo podía recibir.
La Biblia es muy clara respecto a esto dice: Más
bienaventurado es dar que recibir.” (Hechos 20.35). Quizás te parezca extraño, ¿qué
es mejor dar que recibir? pero piense de la siguiente manera: Es más feliz quien da, porque si esa persona dio es porque
tenía, y el que recibió no tenía; quien da tiene la condición que la otra
persona no tiene. Es claro que quien recibe se pone feliz (Todos hemos recibido
algo y eso nos ha hecho súper-felices, ¿o no?), pero las Sagradas Escrituras
dicen que mucho más feliz es quien da.
Yo sé que parece ser un pasaje misterioso o un versículo del
que los cristianos se hayan olvidado, pero es un versículo que requiere ser
aplicado en nuestra vida. Personalmente una vez que empecé a meditarlo y a
aplicarlo, este versículo ajustó completamente mi manera no solamente sobre la
visión del blog, sino me invito a reajustar la forma de evaluar muchas cosas en
mi vida. Una vez que puse en funcionamiento este principio en algo tan
cotidiano como en mi blog, empecé a verlo en otras partes de mi vida.
Lo encontraré en la obediencia a los mandatos de Dios en
cuanto a la generosidad. Tener mucho puede hacerte feliz, pero es completamente
insignificante en comparación con el gozo de dar de lo que tienes, (comida,
ropa, dinero) a quienes lo necesitan con mayor urgencia y que pueden utilizarlo
de maneras más provechosas. Es mucho más bienaventurado dar que recibir o
acumular.
Lo veo hoy en mi familia, en mi hogar, en esos tiempos en
que todo dentro de mí grita, que merezco que me sirvan, que me pongan la
comida, ¡Estoy tan cansado! ¡Estoy
agotado! Pero me doy cuenta que exigir tanto no es bueno. Mejor es decir a tu
familia sentaros que hoy cocino yo, hoy
yo os sirvo, y hasta en esto tan cotidiano, el Señor me confirma una vez más
que es más bienaventurado dar que recibir.
Es un principio que se debería aplica en toda nuestra vida. Reconozco
que personalmente estoy muy lejos de dominar este principio con todas sus implicaciones.
Pero puedo afirmar y tengo que recordármelo a menudo, que el Señor asegura lo
que dice, y que el gozo que viene a través de la obediencia, el gozo que viene
a través de dar, es más profundo y mejor y más satisfactorio que el gozo
pasajero que proviene de acumular. En realidad, es más bienaventurado dar que
recibir.
¿Cómo es posible que sea mejor dar que recibir? Jesús nos da
la solución a este problema. El principio radica en que necesitamos enfocarnos
en las necesidades de los demás, en lugar de encerrarnos en nuestro
egocentrismo. Dios nos enseña que la verdadera felicidad y plenitud de nuestra
vida radica en aprender a dar generosamente a los que se encuentran en
verdadera necesidad.
Jesús como siempre es el genuino ejemplo de este principio,
cuando entrego su propia vida para beneficio de todos nosotros. El apóstol Pablo
lo describe muy correctamente a los Filipenses diciendo: “el cual, siendo en
forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino
que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los
hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose
obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó
hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre,”. (2.6-9).
¿Cómo puedo dar? Todo el mundo puede de alguna manera dar.
Mira a su alrededor. En la escuela, en el trabajo, en la calle, en el autobús,
en la iglesia. En cualquier momento y en cualquier lugar siempre hay alguien
necesitando, siempre hay algo que usted le puede dar. Ya sea una palabra de fe
o una ayuda material, y seguro que su felicidad será completa.
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