La cuarentena comenzó como una obligación que, de repente,
nos imponía un cambio radical en nuestro día a día. Una de las cosas quizás de
las “buenas” es que hemos conectado con un ritmo de vida más tranquilo,
probablemente nunca lo hayamos vivido alguna vez, pero hemos descubierto que nos
gusta y que nos sienta bien. Las prisas han quedado en el olvido y también esas
necesidades materiales que nos llevaban por un camino consumista sin necesidad.
Nada parece más urgente que echarte una siesta en el sofá o prepárate una taza
de café y mirar por la ventana a escuchar el piar de los pajarillos.
También es verdad que este confinamiento nos está dejando muchas
y valiosas lecciones. Dios está trabajando constantemente de un millón de
maneras en todo momento. Él está constantemente trabajando en el mundo y en los
corazones de las vidas de los creyentes de tantas maneras que nunca lo
sabremos. Pienso que muchos estamos
recibiendo lecciones en estos días, pero yo en particular he aprendido algunas
cosas que Dios me ha enseñado a través de esta situación. He aquí algunas:
Dios está aumentando mi amor por la reunión en los locales
de la Iglesia. Hay un grupo de hermanos que no hemos dejado de congregarnos
todos los días desde que empezó el confinamiento para orar juntos, y los
domingos escuchar la predicación, si bien estoy agradecido por la oportunidad
de escuchar los servicios por medios de la tecnología, pero tengo que decir que
no hay nada como reunirse como creyentes; Es un mandato y con razón. Desde que empezó esto sentí la preocupación de que los
hermanos se "acostumbraran" a los servicios en línea, y que cuando se
levantara la cuarentena podrían no regresar a la iglesia, sino elegir
"adorar en línea" de aquí en adelante. Pero creo que no, porque los
verdaderos creyentes saben que no hay nada como estar en la misma sala con
otros hermanos, cantar, abrazarnos, compartir nuestro día a día con un buen café,
participar juntos en las comidas fraternales y sentarse bajo la misma
enseñanza.
Realmente creo que Dios está usando esta pandemia para hacer
crecer mi amor por los perdidos. Miles y miles han muerto en todo el mundo.
Muchos de ellos murieron solos, y lamentablemente la mayoría de ellos
probablemente nunca antes hayan escuchado el Evangelio. He recibido muchas
llamadas telefónicas y mensajes con personas pidiendo consejos o con ideas
sobre cómo llegar a los que no conocen al Señor. Es obvio que los creyentes
están viendo este Coronavirus como una oportunidad para compartir el Evangelio.
Dios está usando el Coronavirus para llevar el Evangelio a muchas personas que
de otra manera nunca escucharían o tal vez nunca tendrían la oportunidad de
escuchar.
He aprendido que Dios tiene el control de todo. Dios puede
quitarte todo lo que tienes en un abrir y cerrar de ojos. Ya sea que esté
orgulloso del tamaño de su iglesia, o de tu cuenta bancaria, o incluso de tu
salud, muchas personas se han dado cuenta de que no hay garantía de que pueda
conservar lo que tiene. Incluso los no creyentes comienzan a darse cuenta de
que realmente no hay nada que podamos controlar en esta vida. Dios está
aplastando nuestra mentalidad orgullosa de tener el control y rápidamente nos
recuerda nuestra necesidad de Él. Tenemos una pequeña oportunidad para hablar
del Evangelio a los no creyentes que nos rodean, porque cuando haya pasado esta
pandemia, volverán a sus formas orgullosas y tal vez incluso puedan sentirse
orgullosos de sobrevivir. Y "derrotar" al coronavirus.
Siempre hemos sabido la importancia de la oración, pero
ahora Dios me ha recordado la importancia de “Orar sin cesar”. Tenemos más
tiempo en casa, tenemos más preocupaciones que nunca y lo único que podemos
hacer es orar. Los hermanos que predican no saben quién está viendo sus
sermones, no podemos ver las respuestas de las personas, solo podemos predicar
la palabra y orar para que Dios la use para su gloria. El Coronavirus está
exponiendo nuestra necesidad de depender del Señor en todo momento cuando las
cosas van bien y cuando las cosas son difíciles.
Todo esto me ha llevado a estar muy agradecido a Dios Estoy
muy agradecido con Dios por cómo nos está cuidando a lo largo de nuestras debilidades y dificultades. Es alentador pensar en lo frágil que somos ante las dificultades
y alentador saber que tenemos un Padre que no siempre nos da lo que queremos,
sino que siempre nos da lo que necesitamos.
Es mi oración que Dios llene nuestros corazones de paz y
esperanza, que cada día, Él nos da una oportunidad para glorificarle, que vivamos
agradecidos por cada detalle y que confiemos que Él tiene todo controlado. Oro por
cada persona que está enferma, que necesita alimento, medicinas o aliento, que
Dios sea su provisión y que nos use en la manera que Él quiera para bendición
del mundo.
“Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento,
guardará vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús” (Filipenses 4.7).
No hay comentarios:
Publicar un comentario