He visto esta semana la película “127 horas”. Esta película
está basada en la historia de Aron Raslston, montañero y ahora conferencista. Este hombre tuvo que tomar la decisión más
importante de toda su vida, tuvo que elegir vivir o morir. Todo comenzó cuando
rompió la regla por excelencia de todo montañero, “cuando vayas a escalar
montañas: siempre lleva un amigo, o al menos dile a alguien a dónde vas”. Fue a
escalar por su cuenta y después de descender por una estrecha ranura en
Bluejohn Canyon, Utah, una roca se movió y aplastó su brazo izquierdo,
clavándolo en la pared del cañón.
Él sabía que iba a morir. Él talló su nombre en la roca y
usó su cámara para grabar mensajes a su familia. Después de 5 días estaba
hambriento, deshidratado y muriendo. Fue entonces cuando tuvo que tomar una
decisión: vivir o morir. Él eligió la vida, pero tuvo un precio.
Aron usó su navaja y cortó metódicamente su propio brazo, a
través de la piel, el músculo, los nervios y, finalmente, el hueso, después de
lo cual, todavía tuvo que bajar una caída de unos veinte kilómetros para luego
caminar unos once kilómetros antes de ser recogido.
Él tuvo que tomar una decisión, o morirse allí o vivir con
un brazo menos. La decisión que debía tomar era muy difícil, pero él ya había
tomado una decisión. Quería vivir y estaba dispuesto a hacer lo que fuera
necesario.
Todos hemos tenido que tomar decisiones difíciles en nuestras
vidas. Ya sea para poseer o alquilar una casa, para saber que estudiar, para
tener más hijos o para escoger el mejor trabajo. Pero a pesar de lo difíciles
que puedan parecer esas decisiones en ese momento, estoy seguro de que no
muchos de nosotros hemos tenido que tomar la decisión que tomó Aron Ralstron.
Aron tuvo que elegir vivir o morir.
En Deuteronomio 30.15-20, vemos a Israel, en las llanuras de
Moab, a punto de entrar en la Tierra Prometida. Moisés les recuerda una vez más
la bondad de Dios, sus responsabilidades con el pacto y las consecuencias de la
desobediencia. El él establece la elección... “Mira, yo he puesto delante de ti
hoy la vida y el bien, la muerte y el mal”. (VS-15)
Hay tres cosas muy importantes que tuvo que aprender Israel,
y que nosotros tenemos también que aprender para tomar las mejores decisiones
para nuestra vida y la de nuestra familia.
1. LA DECISIÓN ES INEVITABLE.
De estos dos caminos que Moisés señaló a la nación de Israel
cada uno debe tomar una decisión. Decisión que cada uno debe tomar por sí misma. No solo
aquellos presentes, no solo aquellos en el futuro de la nación de Israel, sino
que, en un sentido real, cada persona debe elegir entre la vida o la muerte.
Todos debemos elegir. Pero es el pecado el que nos hace posponer la decisión de
seguir los caminos de Dios. Tendemos a intentar mezclar los dos caminos.
Obedecemos cuando nos conviene, y cuando no nos conviene, simplemente somos
desobedientes. O sea queremos tener un pie en el mundo y otro en la iglesia. Pero
la decisión es inevitable, seamos inteligentes.
2. LA DECISIÓN ES URGENTE, NO SABEMOS LO QUE NOS DEPARA EL
DÍA DE MAÑANA.
Hemos visto anteriormente que la decisión es inevitable, un
día u otro debemos tomar esta decisión, decidir por la vida o por la muerte.
Ahora esta decisión tiene que ser urgente, como dice el dicho no dejes para
mañana la decisión que puedas tomar hoy. Y es urgente porque no sabemos que nos
depara el día de mañana. Recordáis la historia del rico insensato, (Lucas
12.23-21) Él pensaba que tenía todo controlado, pero el Señor le dijo: “Necio,
esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Hoy
en día la decisión de la iglesia es seguir a Cristo o no. Si rechaza la oferta
gratuita de Jesús, está descartando la única vacuna que puede salvarlo de la
plaga mortal del pecado. Pero si eliges a Jesús, estás eligiendo la vida
eterna. Y esta decisión la tienes que tomar ya, si no las has tomado, hoy es el
mejor día, porque no sabemos lo que nos depara el día de mañana
3. LA DECISIÓN ES DIFICIL DE TOMAR.
Hemos visto que esta decisión es inevitable y que es
urgente, y ahora vemos lo difícil que es tomar esta decisión. Es la decisión
más difícil del mundo. ¿Por qué? ¿Por qué es tan difícil elegir a Cristo?
Porque, aunque la salvación es absolutamente gratuita, te costará todo. Dios
está enojado contigo y estás camino al infierno. Pero si te sometes a Jesús y
le pides que te salve, serás salvo, y tendrás que renunciar a todos tus
pecados, y Jesús cambiará tus deseos y perderás todo tu estilo de vida actual.
Es fuerte, pero así es como Jesús predicó el evangelio: Mateo 19.21-22: Jesús
le dijo: “Si quieres ser perfecto, ve, vende lo que posees y dáselo a los
pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; y ven, sígueme ". Cuando el joven
escuchó esto, se fue triste, porque tenía grandes posesiones.
Personalmente en su día no podía entender muy bien esto, yo
quería cambiar de vida, pero tener que dejar cosas que a simple vista no eran
malas, me costó trabajo, pero como ya he dicho alguna otra vez alguien me dijo,
acepta a Cristo en tu vida y Dios ya se encargara de quitarte esos deseos. Y
así fue, me fue muy difícil pero elegir el camino de la vida.
Permíteme que te de un consejo: Si no crees en Jesucristo,
te invito que elijas la vida. Jesús murió para que pudiéramos ser salvo de nuestros
pecados, culpa y condena en el infierno. No hay oferta igual en el mundo. El
sacrificio de Aron Ralstron fue serio, pero fue necesario para salvar su vida.
El sacrificio de Cristo fue inconmensurable, pero fue
necesario para salvar nuestra vida.
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