Los influencers son en la mayoría jóvenes que intentar
“influenciar” a miles de personas en torno a una idea, a una marca, a un
propósito, o a un estilo de vida a todos sus seguidores. Aunque el dicho diga
que una imagen vale más que mil palabras para los influencers es mucho más
importante una palabra, le basta solamente decir o insinuar que esa marca es la
mejor y, en consecuencia, miles de personas en especial jóvenes y adolescentes
convertirán esa marca en la mejor.
El fenómeno de los influencers empezó con los famosos
youtubers, jóvenes que se ponían delante de la cámara y hablaban sobre sus
aficiones: vídeo-juegos, moda, cine… Su éxito pronto les convirtió en objetivo
de las grandes marcas, que descubrieron que cualquier producto recomendado por
un influencer podía disparar sus ventas. Muchos dicen que no hay una fórmula mágica para ser influencer, pero
personalmente pienso que sí, que se puede ser un buen influencer, gracias a tu
testimonio, a tu comportamiento a tu andar diario.
Mi necesidad más grande siempre ha sido el ser una buena
influencia para mi hija, para mi esposa, para mi familia, para mis hermanos en
la fe, para mis vecinos. No es suficiente para mí decir soy cristiano, o leer
las Escrituras u orar. Es de suma importancia vivir mi vida para Dios, para que
puedan ver, que lo que leo y oro es real en mi vida. Por ejemplo, que me vean
reaccionar con paz ante lo que podría ser una situación muy estresante. O
paciencia, en lugar de la impaciencia, alegría en lugar de envidia, etc. Esa
vida que ven en mí es mi influencia para ellos de mi conexión con Dios, ese
vivir día a día derrochando amor es la mejor influencia que podemos trasmitir a
nuestros seres queridos.
Pero si tuviéramos que hablar de algún hombre que verdaderamente
haya influenciado en gran manera a millones y millones de personas no
tendríamos lugar a duda de que ese personaje fue Jesucristo. Nadie ha
influenciado al mundo de la manera que Jesús lo ha hecho. Nadie.
Cuando Jesucristo terminó su ministerio terrenal (33 d.C.),
sus seguidores eran unas 120 personas (Hechos 1.15). Hoy después de dos mil
años, sus seguidores sobrepasan con creces los mil millones que afirman ser
cristianos. No cabe duda de que tanto su vida como sus enseñanzas han dejado
una profunda impresión en la humanidad.
En la historia no existe nadie que haya inspirado tantos
cambios positivos en la vida de sus seguidores. No hay nadie que haya tenido
una experiencia con Cristo, que no haya sido impactado y transformado. Todo
aquel que ha tenido un encuentro personal con él, su vida y su existencia ha sido alterado
positivamente para siempre. Es más, cuando se llega a experimentar el amor de
Dios en el corazón, se llega a consagrar totalmente la vida al servicio de Él y
su evangelio.
El mensaje de Jesús sigue hoy influyendo, cambiando vidas.
Su voz sigue resonando con poder, aun en los lugares más hostiles de este
mundo. Su mensaje sigue dando aliento al cansado, fuerza al débil, y siendo un
bálsamo para los dolores más profundos del alma. (Mateo 11.28-30),
Hablar de Jesús no pasa de moda. Lo más hermoso es que,
después de miles de años, Jesucristo sigue influyendo a este mundo perdido con
un mensaje transformador que confronta nuestras vidas y nuestra manera de ver
el mundo. Gracias Señor por haberme influenciado de tal manera que hoy puedo
decir: Las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. (2 Corintios
5.17).
No hay comentarios:
Publicar un comentario