Tras los tiroteos ocurridos recientemente en El Paso, Gilroy
y Dayton en Estados Unidos, y mientras los familiares lamentan la pérdida de
sus seres queridos y el mundo es testigo de esta exhibición repugnante de
maldad, las familias de las víctimas y la mayoría de las personas se preguntan:
¿cómo “Un lunático pudo acabar con la vida de tantas personas? ¿¿¿Por qué???
¿Por qué???”Los gobernadores se unen al sentimiento de dolor y preguntan: “¿Por
qué tuvo que pasar esto? ¿Quién o quienes tienen la culpa de que esto ocurra?
No deberíamos pasar por alto la
realidad del asunto, y buscad respuestas a tanta crueldad. A mí personalmente
me surgieren algunas respuestas de porque tanta maldad en este mundo:
1).- No Hay Respeto por Dios
Hemos renunciado a la idea de Dios y por ende le hemos
olvidado (Salmos 14. 1). No todos hemos hecho esto; algunos le amamos y respetamos
profundamente. Sin embargo, hay muchos que todavía enfrentan las consecuencias
de vivir una vida que, ha olvidado a Dios.
Por otro lado hay demasiados colegios que están enseñando la
teoría dañina que sugiere que somos el producto de la evolución sin sentido y
que por ende no hay Dios que honrar, temer y amar. Decimos a nuestros
estudiantes que ellos vienen de los animales, son animales y que, por el resto
de sus vidas, serán animales y luego nos preguntamos por qué ellos se comportan
como animales.
Les enseñamos que no hay Dios en el cielo a quien darán
cuenta (Romanos 14.12), y luego lamentamos el hecho que ellos no respeten la
autoridad, sea en el cielo o en la tierra. Es muy fácil de explicar. Haga que
una familia no crea que hay una
autoridad (Padre o madre) sobre ellos y pronto habrá caos en el hogar. Haga que
un grupo de estudiantes crea que no existe un profesor sobre ellos y pronto
habrá caos en el aula. Haga que un grupo de ciudadanos crea que no existe tal
cosa como un Dios sobre ellos y pronto habrá caos en la nación. De hecho, si
Dios no existiera, entonces nada sería inmoral; todo sería lícito, el apóstol
Pablo los describía claramente después de describir el camino de los impíos
(Romanos 3.10-17), no hay temor de Dios delante de sus ojos (vs. 18).
Y por supuesto si no hay respeto por Dios, menos respeto hay
por su Palabra.
No solamente despreciamos a Dios, sino también despreciamos
su Palabra. No la aceptamos porque pensamos que sus caminos están demasiado
llenos de preceptos, mandamientos, estatutos, leyes, testimonios, juicios y
ordenanzas para nuestro gusto. Prohibimos la lectura de su Palabra en los
colegios y luego lamentamos que nuestros hijos hayan crecido sin sabiduría para
discernir lo bueno de lo malo. Cuando nuestros hijos crecen y cometen algún
delito y terminan en la cárcel, entonces les damos la Biblia para que lean el
mismo libro que pudo haber prevenido que ellos terminen en la prisión, que
ironía, verdad.
¿Entonces cuál es la solución para nuestro estado
deplorable? ¿Es más control de armas? Se debe admitir que hay cosas que el
gobierno pudiera hacer para disminuir la probabilidad de que las armas caigan
en manos equivocadas, pero esto no solucionaría el problema real. El gobierno
pudiera hacer imposible la adquisición legal de un arma, y la gente no las
compraría, pero habría gente que las conseguirían en el mercado negro. Incluso
si se quitara exitosamente todas las armas de fuego de toda la gente, los asesinos
usarían un cuchillo de cocina, un palo, gasolina, bombas, o un auto en
movimiento para cometer sus crímenes.
El problema del ser humano es más
profundo. No es un problema de armas; es un problema de corazón. Para cambiar cualquier
persona, se debe cambiar nuestro rumbo y buscar a Dios. Debemos retomar nuestra
fe en Dios, leer su palabra para aprender su voluntad para nuestra existencia
personal, aprender y enseñar respeto, amor por nuestro prójimo y por la vida
que viene de Dios, y asegurarnos que se cumpla la justicia de Dios solemne y
diligentemente. Nuestro Dios nos dice: ¡Arrepiéntanse ahora mismo y cambien su
manera de vivir! ¡Lloren, ayunen y vístanse de luto! (Joel 2.12).
No hay comentarios:
Publicar un comentario