Veníamos de la iglesia cuando se nos acercó una señora y nos
pidió algo de dinero para comprar una barra de pan. Mi esposa y una hermana de
la iglesia la dieron algo y rápidamente esta señora se acercó a un comercio.
Cuál fue mi sorpresa cuando vi a esta señora comprando una botella de cerveza,
no había lugar a duda nos había engañado, el dinero no lo quería para comprar
pan sino para comprar alcohol. Quizás, si te ha ocurrido algo así te surgirán
muchas preguntas que no son tan fáciles de cuestionar.
Hay muchas opiniones
sobre la manera y formas de ayudar a los más necesitados. Algunas personas no
tienen problemas en cuanto a repartir dinero, creyendo que es la
responsabilidad del necesitado determinar cómo usarlo, ya sea para comprar
comida o alcohol/drogas. Otros dan alimentos y agua en lugar de dinero,
entendiendo que algunos no usarían el dinero para las intenciones del dador, y
otros muchos desafortunadamente miran para otro lado, como si eso no fueran con
ellos.
¿Qué es lo correcto a hacer? La Biblia es muy clara en
cuanto a ayudar a los pobres. Debemos tener compasión por aquellos que están
sufriendo y mostrarles la gracia. Proverbios 14.21 dice: "Peca el que
menosprecia a su prójimo; Mas el que tiene misericordia de los pobres es
bienaventurado". El hecho del asunto es que nuestros corazones deben
romperse en compasión por aquellos más necesitados.
Como cristianos lo tenemos que tener claro, debemos ser generosos
y amables con los más necesitados, pero ¿cómo sabemos que la persona que está
pidiendo está realmente necesitada? ¿Y cómo sabemos si usarán nuestro dinero de
la manera correcta? Por otro lado existe otro temor y es que cuando le doy
dinero a una persona sin hogar, puedo ayudarles por un día o dos, pero ¿y el
resto de días? Sencillamente es como ese dicho que dice: “Pan para hoy y hambre
para mañana”
Cuando alguien me pide dinero y tengo tiempo para detenerme
(que en realidad es más frecuente de lo que creemos o admitimos), por lo
general digo algo como esto: "Lo siento mucho, no tengo dinero para darle.
Pero si lo que quiere es comida me encantaría comprarle algo de comer, y si es
posible facilitarles comida de la iglesia”. Esta actitud echa para atrás a
muchas personas que simplemente quería dinero y no tenía hambre o tenía una
necesidad específica.
De total acuerdo con mi esposa hemos llegado al acuerdo de
que no les vamos a dar dinero a nadie. Pero siempre que podamos le ofreceremos
comida, pero no solamente eso, sino que les facilitamos contactos con Ongs donde
les pueden facilitar bolsas de comida regularmente, ropa o casas de acogidas
para personas sin hogar.
Otra forma de ayudarles es tomarme unos minutos para
compartir el Evangelio con ellos y dejarlos un tratado para que lo puedan leer
en cualquier momento, (muchas veces no sabemos el poder de esos tratados
siempre y cuanto estén bien redactados). Por eso es muy importante que llevemos
tratados o tarjetas y estemos listo y dispuesto a compartir el Evangelio cada
vez que el Señor nos dé una oportunidad (lo cual, nuevamente, es más frecuente
de lo que creemos o queremos admitir).
Debemos tener un corazón abierto hacia nuestro prójimo
cuando vemos que él tiene una necesidad. (1 Juan 3.17): dice que es dudoso que
more el amor de Dios en aquel que cierra su corazón contra alguien que tiene
necesidad.
Pidamos a Dios que él nos ayude a tener siempre un corazón tierno y
sabio para saber cuándo, cómo y cuánto debemos ayudar a nuestro prójimo.
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