Quizás una de las más altas prioridades de Dios es la
preservación de las relaciones familiares. Dios diseñó el matrimonio entre hombre
y mujer (Génesis 2.18, 24) y la familia para lograr su propósito y enriquecer
nuestras vidas con hijos (Salmos 127.3). Sin lugar a dudas la tecnología ha
enriquecido la calidad de nuestros trabajos, estudios, actividades y permitido
que las familias nos mantengamos más cerca gracias a los avances electrónicos,
pero por otro lado también nos ha minado la comunicación. Con mayor
regularidad, padres e hijos se distancian unos de otros emocional y espiritualmente.
No hay lugar a la duda que, en esta época de vanguardia en las comunicaciones,
la familia se comunica mal, pero no solamente entre sus miembros sino también fallamos
en nuestras comunicaciones con Dios al omitir las oraciones familiares.
¿Oramos en familia? ¿Existe la oración diaria en nuestra
familia? ¿Cuántas veces oramos juntos en familia?
Orar juntos es una bendición que muchas familias no disfrutan.
Comunicarnos con Dios es una herramienta poderosa en las relaciones, nos
facilita felicidad y fortaleza en nuestro hogar. Son interminables los
beneficios que se pueden recibir cuando las familias toman tiempo para alabar y
orar a Dios juntos, los padres reciben fuerza, sabiduría y ánimo para
enfrentarse a los días duros, los hijos reciben esa enseñanza tan especial de
nuestra dependencia de Dios, y que Él merece un lugar especial en nuestros
corazones. Orar juntos cada día supone fortalecer nuestra relación de amor, de
compromiso entre esposo y esposa y padres e hijos. Cuando una familia ora aprendemos
a mirar más allá de nuestras propias vidas para descubrir las necesidades de
otros.
Debemos buscar dependencia en nuestras oraciones familiares.
Una buena oportunidad para orar en familia es la hora de la comida, donde
podemos mostrar nuestra gratitud al Señor por sus provisiones, la hora de irse
a dormir, es también una excelente oportunidad para orar juntos, sin pasar por
alto que debemos buscar a Dios en oración cuando salimos de casa por la mañana para
realizar nuestras actividades, cuando hay enfermedad o dolor, cuando hay alegría,
pero también cuando hay tristeza, cuando la familia debe tomar decisiones
importantes, cuando realizamos un viaje, y en
las celebraciones de cumpleaños, de aniversarios, etc. Debemos usar
nuestra imaginación para que la oración familiar sea una prioridad en nuestra
familia.
Como padres tenemos responsabilidad de enseñar a nuestros hijos
a montar en bicicleta, a nadar a conducir, y porque no a enseñarles a orar. Los
padres deberíamos ser los modelos de oración para nuestros hijos. En una ocasión,
los discípulos pidieron a Jesús: “enséñanos a orar” (Lucas 11.1). Asegurémonos
de enseñar a nuestros hijos a orar, de tal manera que cuando llegue el tiempo
de su salida del hogar paterno la oración sea tan natural para ellos como la comida
de cada día, será un regalo especial que se lleven.
La oración en familia es una “arma” poderosa, que une a la
familia, que la hace más fuerte frente a
las adversidades, si no lo han estado haciendo antes, comience a orar con su
familia hoy mismo. La comunicación con Dios en familia es demasiado importante
como para ignorarlo. Si ha estado orando, continúe haciéndolo y comprométase a
crecer en esta área. La oración es un privilegio y bendición que su familia
debe disfrutar junta.
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