14 diciembre 2018

Los que ayudan


Pablo nos habla de que en la iglesia primitiva había personas que conforme a la diversidad de dones provenientes del propio Espíritu Santo, prestaban ayuda y lo hacían de diferentes maneras. Nos dice que: “A unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles.” Ellos debían ir de un lugar a otro para fundar iglesias y ordenar ministros. Luego había profetas, algunas de los cuales profetizaban, y otros recibían el don de explicar las profecías. Luego estaban “los maestros,” que eran probablemente los que enseñaban la Palabra de Dios, había evangelistas que viajaban por todos los lados proclamando la verdad. A continuación dice: los que hacen milagros, después los que sanan, y el apóstol no olvida mencionar otra clase de personas, llamados: “los que ayudan.”


¿Pero que es el don de ayudar?

El don de ayuda es la capacidad de trabajar al lado de otro con alegría  ayudando a esa persona a completar la tarea que Dios les ha dado. Normalmente son personas que prefieren trabajar detrás de escena. También tienden a encontrar gozo en ayudar a aliviar las cargas y responsabilidades de los demás. Este regalo se acompaña generalmente con una actitud de humildad y sacrificio, así como la habilidad de percibir las necesidades de los demás.

En el libro de John Bunyan, El Progreso del Peregrino, este describe el trabajo de esta clase de hombres y mujeres, dice que: “Ayuda” vino a cristiano cuando él estaba sumido en el “Pantano de la Desesperación.”
Esto paso en mi vida, justo cuando estaba a punto de hundirme después de haber perdido todo, trabajo, familia, amigos y darme cuenta de que a pesar de todo mis esfuerzos, me estaba sumiendo más y más profundamente en el cieno, súbitamente vino a mí una persona quien extendiéndome su mano, me dijo algunas palabras de aliento y me sacó del pantano, me puso en el camino de la esperanza y afirmó mi marcha.
Así es el hermano que posee este don, tiene un ojo pronto para ver la necesidad, un corazón tierno para cuidar al prójimo, un pie pronto para ir al necesitado, un rostro amoroso para animarlos y bendecirlos, y una mano fuerte con la cual sostener al necesitado.

Todos necesitamos a nuestro lado personas que nos ayuden. Maestros necesitan ayudantes, médicos necesitan enfermeras, conductores necesitan copilotos. Un Pastor puede tener una gran visión, proponer un buen plan de acción o diseñar la estructura de un ministerio cristiano, pero sin hermanos sin este don no llegara muy lejos.

El apóstol Pablo fue una persona que contaba con gran energía, tenía una gran visión, un entusiasmo contagioso pero él también necesitó personas con ese don.Algunas de esas personas son mencionadas por nombre en la Biblia, como, Timoteo, Erasto, Febe, Priscila y Aquila. Algunos le ayudaron en su tarea administrativa, Tercio ayudó a Pablo como su secretario, (Romanos 16.22), otros, como  Gayo ayudó a Pablo con sus posesiones, ofreciéndole su casa, (Romanos 16.23).
La madre de Rufo debía de  haber sido una mujer muy especial. Pablo dice de ella que le ayudó comportándose con él como una madre dándole cuidado y cariño. (Romanos 16.13)

De acuerdo a nuestros dones y experiencia siempre habrá algo que podamos hacer, o quizás no puedas hacer mucho, pero puedes ayudar; quizás no puedas predicar, pero puedes ayudar; quizás no puedas orar en público, pero puedes ayudar; quizás no puedas ofrendar mucho dinero, pero puedo ayudar; quizás nunca seas un anciano o un diácono, pero puedes ayudar.

Gracias a Dios que ha dado el don de ayudar a personas especiales que pueden acercarse a otros en misericordia, gracia y amor. Hombres y mujeres que pueden levantar el corazón ayudando a llevar una gran variedad de cargas que no podemos y no debemos llevar solos.

A Él sea toda la Gloria y Honra.

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