Cuando alguien nos traslada una pregunta así, la mayoría de
los cristianos contestaríamos que sí. Eso es lo que se supone que deberíamos decir.
Amamos y obedecemos la Biblia, es la palabra de Dios, y se supone que debemos
defenderla.
¿Pero es realmente una guía para nuestra vida?
Veamos hasta qué punto es nuestra guía ¿Qué hacemos, por
ejemplo, cuando hacemos algo que las Sagradas Escrituras prohíben? ¿Qué pasa si
hemos defendido algo que la Biblia prohíbe? ¿Cuál es nuestra primera
inclinación? corregimos nuestro error, o tratamos de cambiar el significado de
la Biblia.
A menudo, cuando nos encontramos con una enseñanza que no
nos gusta, que no concuerda con nuestros pensamientos, nos preguntamos si hay
una manera diferente de poder entender el pasaje en cuestión. Luego, comenzamos
a mirar y requetemirar en las redes sociales, libros y más libros, para ver si
alguien ha proporcionado una posible interpretación que neutralice la enseñanza
que no nos gusta. Pero cuidado, este impulso podría revelar algo sobre nuestro
corazón, podría ser que no estemos dispuestos a someternos a la autoridad de
las Sagradas Escrituras cuando esta no concuerde con lo que nosotros pensamos.
Dios ha dejado perfectamente claras sus intenciones sobre varios
temas: Divorcio, adulterio, fornicación, homosexualidad, pero no solamente
sobre la ética sexual, que por otro lado no es la única área donde estamos
tentados a desobedecer. Hay muchos otros como: ¿obedecemos los mandatos de las
Escrituras sobre cómo tratar a nuestro cónyuge? ¿Seguimos la advertencia de la
Biblia de amar a nuestros hermanos y hermanas en Cristo?
La pregunta es:
¿Estamos cediendo sobre algunos temas escabrosos a las Sagradas
Escrituras, o estamos sometiéndonos a las Escrituras? Someternos a las
Escrituras es una cuestión de obediencia, que es esencial para ser un verdadero
cristiano.
Jesús nos dijo: "Si me amáis, guardad mis
mandamientos" (Juan 14.15).
Como cristianos creemos que en la Biblia encontramos nuestro
modelo practico de vivir, pero no solo lo encontramos sino que obedecemos y
cumplimos sus principios y mandatos siendo la Palabra de Dios contenida en la
Biblia nuestra máxima autoridad y nuestra guía para vivir una vida plena.
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