Llego a mis manos un tratado de un grupo de
personas que aparentemente estaban evangelizando, y cuál fue mi sorpresa que en
el citado tratado daban soluciones para la depresión, para la ansiedad, para la pobreza, pero no daban ninguna
solución para el corazón, [1]. Cuando
hablamos de evangelizar, queremos decir que estamos enseñando el evangelio,
pero viendo esto mi pregunta es ¿Qué evangelio estamos predicando, enseñando?
Algunos
proclaman un “evangelio de prosperidad”, otros un “evangelio de gracia”. Aún
otros creen en un “evangelio de milagros” o en un “evangelio social”. Otros
piensan en un “evangelio de alimentos”, “sanación” o de “fe”. Y hay algunos
quienes simplemente piensan en un “evangelio musical” cuando oímos o vemos estos evangelios no podemos pensar en otra
cosa que son ideas creadas por el hombre para satisfacer las necesidades de la
gente, y nos revelan que muchas veces ignoramos
la verdad descrita en la Biblia sobre el verdadero evangelio. Una cosa esta clara estas
predicaciones o tratados no cumple la obra verdadera del evangelio.
No me mal
intérprete: No estoy en contra de predicar consuelo y fortaleza a las personas.
Pero si solo predico las necesidades de la gente, e ignoro el llamado de Cristo
a rendir nuestras vidas, entonces las necesidades verdaderas nunca serán
satisfechas. Las palabras de Jesús son claras: nuestras necesidades son
satisfechas al morir al yo y tomar su cruz [2].
En el
evangelio de Marcos, aparece Juan el Bautista predicando el evangelio del
Reino de Dios”. “Arrepentíos, y creed en el evangelio.” Este es el
evangelio que debemos enseñar y creer y no una falsificación o sustituto
ideados por el hombre.
El propósito
de la predicación de Juan fue preparar al pueblo para aceptar a Jesús como el
Hijo de Dios. Cuando Juan lanzó al pueblo el reto de confesar sus pecados
individualmente, señaló el comienzo de una nueva forma de tener relación con
Dios.
Es
necesario que usted cambie antes de oír y entender el mensaje de Jesús. La
gente tiene que reconocer que necesita el perdón antes que pueda aceptar el
perdón; el verdadero arrepentimiento debe producirse antes de que la persona
tenga verdadera fe en Jesucristo. Como preparación para recibir a Cristo,
debemos arrepentirnos y renunciar a las atracciones del mundo que llevan a la
muerte, a las tentaciones pecaminosas y a las actitudes perniciosas.
Esta es una
responsabilidad que no se debe tomar a la ligera. Los verdaderos cristianos
siempre deben enseñar lo que Dios ordena, no lo que agrade a los hombres. Pablo refiriéndose
a la iglesia de Tesalónica les decía, que así como hemos sido aprobados por Dios
para que se nos confiara el evangelio, así hablamos, no como agradando a los
hombres, sino a Dios que examina nuestros corazones. [3].
El presente
tema es tan importante, que Dios inspiró al apóstol Pablo a dar esta
advertencia a los Gálatas de esa época y ahora, a nosotros:
“Estoy
maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia
de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay
algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo.
Más si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciaren otro evangelio
diferente del que os hemos predicado, sea anatema. Como antes hemos dicho,
también ahora lo repito: Si algún hombre os predica diferente evangelio del que
habéis recibido, sea anatema” [4].
Sólo hay un
camino dado por Dios para el perdón de nuestros pecados: arrepentimiento y creer
en Jesucristo como Señor y Salvador. Ninguna otra persona, método o ritual
puede dar vida eterna a una persona. Algunos piensan que todas las religiones
son igualmente válidas para ir a Dios. En una sociedad libre la gente tiene
derecho a tener sus propias opiniones religiosas, pero eso no garantiza que sus
ideas sean correctas. Dios no acepta ningún otro mensaje hecho por el hombre
como un sustituto de la fe en Jesucristo.
[1].- Mateo
15.19
[2].- Mateo
10.38
[3].- 1
Tesalonicenses 2.4
[4].- Gálatas
1.6-9
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