En los últimos años en España no hay un día que no surja un
problema donde esté relacionado el “dinero”. Seguro que me dejo alguno pero
lances como el caso Gürtel (Madrid y Valencia), caso Palma Arena y Nóos (Baleares), operación Malaya en Marbella, el
aprovechamiento de algunas entidades bancarias para quitarles a muchos
ciudadanos los ahorros de toda su vida, los casos de los Ere en Sevilla, la familia
Pujol-Ferrusola y su relación con
presuntos casos de corrupción, y como culminación las conocidas como tarjetas
de representación para ejecutivos y directivos de una entidad madrileña que, al
parecer, podían disponer de dinero amplio y generoso para asuntos varios.
Una de las cosas que
todos estos casos tienen en común, ha sido el “amor por el dinero”, que han
tenido todos sus protagonistas.
Una de las definiciones de amor es: Afición apasionada que se tiene hacia una cosa.
Y esa pasión a llevado a las personas a robar, engañar, mentir y perder toda clase
de valores, por poseer dinero.
No conozco a nadie que me diga que no le guste el dinero.
Todos anhelamos ganar dinero, porque nos
es necesario para nuestro bienestar diario
y para proveer lo necesario para nuestra vida y nuestra casa. Pero solo
lo buscamos por los medios moral y legalmente aceptados. Todas estas personas
viven tranquilas, duermen muy bien, su vida se desarrolla de manera normal. En
otras palabras, esta clase de persona no se afana, no se desespera, y no hace
nada indebido con tal de tener mucho dinero.
Sin embargo, hay otro tipo de persona que ama el dinero de
una manera tan fuerte que no puede vivir si este, y con tal de tenerlo, es
capaz de todo. Nunca está satisfecho con lo que tiene, empiezan con hacer negocios, vender, comprar, y cuando ven que con estas prácticas no es
suficiente empiezan con actitudes delictivas, y no porque lo necesiten para
sobrevivir, porque aparentemente son personas con ingresos altos, sino por su
amor al dinero, por el placer de poseer mas y mas, aunque ello conlleve a delinquir. Su placer es
tener mucho dinero nunca están conforme,
aun quiere más. No duerme por estar haciendo planes, y proyectos para tener
más.
Lo que les pasa a las
personas, que aman al dinero, es que quiere enriquecerse a costa de quien sea y
como sea, entonces cae en impulso para hacer lo malo, están atados al dinero,
nunca están conformes, con lo que tienen y eso les lleva a la destrucción.
A pesar de la abrumadora evidencia en sentido contrario, la
mayoría de la gente todavía cree que el dinero trae la felicidad. Gente rica
que ansía ser más rica puede ser atrapada en un ciclo sin fin que sólo termina
en ruina y destrucción. ¿Cómo puede usted mantenerse alejado del amor al
dinero? Hay van algunas ideas:
Tome conciencia que un día todas las riquezas desaparecerán,
conténtese con lo que tiene, cuídese con
lo que esté pensando hacer para tener más dinero, ame a su familia y a su prójimo más que al
dinero, ame la obra de Dios más que al
dinero, comparta libremente con otros lo que tiene.
Hay algunos que fueron cristianos y por la codicia al dinero
se desviaron del camino del Señor, y pasaron por muchos dolores, este es el
caso de Judas Iscariote, este era uno de los doce discípulos. No había nada
inusual acerca de Judas a excepción de su amor por el dinero. Él tenía a su
cargo la bolsa del dinero, la bolsa que los discípulos tenían en común. El
dinero significaba tanto para Judas que fue capaz de robar el dinero
perteneciente a sus compañeros. [1]. Jesús se refirió a Judas, el hijo de
Simón, como "el hijo de perdición"
Jesús declaró, "más le valdría a ese hombre no haber nacido" [2].
La historia de Judas termina diciendo
que este se ahorcó. Ciertamente, el amor al dinero es la raíz de toda clase de
males. [3]
Es mejor seguir el buen consejo de nuestro Señor: No te esfuerces por hacerte rico, deja de preocuparte por eso, [4]
No te afanes en hacerte rico, Dios no
nos dice que no lo puedas ser, sino que no pongas el corazón en ello, tu corazón debes ponerlo en lo que realmente
tiene valor, y valor incalculable. Porque nosotros sabemos que todas las cosas
vienen de nuestro Dios, y él bendice al hombre que hace su voluntad.
[1].- Juan 12.6
[2].- Mateo 26.24
[3].- 1 Timoteo 6-10[4].- Proverbios 23.4
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