Escuche una conversación entre unos compañeros de los automóviles
que tienen. Por lo visto y oído, estos automóviles no eran de su agrado, no les
gustaban, todo eran pegas, el color, las ruedas corrían poco, eran muy antigüos.
Al pensar sobre esta conversación tengo que reconocer que me
es muy fácil ser como estos compañeros, es decir, me es muy fácil enfocarme en
lo malo que tiene alguna situación en vez de ver la bendición que siempre la
acompaña.
Me es más fácil ver las cosas malas de una persona en vez de ver el
potencial que hay en ella, me es más fácil notar los desaciertos que los
aciertos, me es más fácil quejarme que agradecer por lo que tengo. Pero me
imagino que esto no sólo me pasa a mí es algo en general que le suele pasar a
mucha personas, que solo vemos problemas en vez de ver lo bueno, en este caso mis
compañeros solo venias cosas malas del automóvil pero no veían que les traía y llevaba
cada día de su casa al trabajo y viceversa.
¿Cómo te sientes si habías planeado ir de excursión con tu
familia y cae uno de esos aguaceros que te fastidia el día?
¿Acaso no te has quejaste o te quejas de alguna persona en tu vida? padres, cónyuges, hijos, hermanos, jefe, compañeros, profesores.
¿Acaso nunca has estado inconforme con el cuerpo que Dios te ha dado? nariz, cabello, estatura, ojos.
¿Acaso no te has quejaste o te quejas de alguna persona en tu vida? padres, cónyuges, hijos, hermanos, jefe, compañeros, profesores.
¿Acaso nunca has estado inconforme con el cuerpo que Dios te ha dado? nariz, cabello, estatura, ojos.
Como vemos, esto es algo con lo que todos luchamos. Es más fácil quejarse que
estar agradecidos con lo que tenemos en términos de situaciones, posesiones,
relaciones e inclusive con nuestros
cuerpo.
Vivimos en un mundo donde la queja ha sido institucionalizada, tenemos derecho a quejarnos, inclusive existen departamentos de quejas y tendemos a quejamos de todo, nos quejamos del clima, del gobierno, de la familia, de la iglesia, de los vecinos, de la selección nacional, de todo.
Vivimos en un mundo donde la queja ha sido institucionalizada, tenemos derecho a quejarnos, inclusive existen departamentos de quejas y tendemos a quejamos de todo, nos quejamos del clima, del gobierno, de la familia, de la iglesia, de los vecinos, de la selección nacional, de todo.
Juntamente con esta cultura de quejas se desarrolla la cultura de la
ingratitud. La gratitud no es algo que venga naturalmente. Nuestras madres
inclusive tuvieron que enseñarnos a decir “gracias” y no fue una lección que
hayamos aprendido a la primera. Nos quejamos porque no estamos agradecidos. Nos
quejamos porque no vemos las bendiciones que cada situación trae. Nos quejamos
porque no vemos las situaciones como Dios las ve.
Es aquí donde la Biblia tiene para nosotros principios verdaderamente transformadores.
Las buenas noticias para nosotros son que la solución a toda esta vida de queja
e ingratitud es lo que la Biblia llama: contentamiento.
El contentamiento en la Biblia se puede describir como
aquella actitud que nace de la decisión de estar “contentos” con lo que
tenemos, agradecidos con Dios por lo que vamos logrando en la vida. Es una
actitud activa y no pasiva, expectante por lo que creemos podemos lograr más
adelante.
Pablo se dirigía al joven Timoteo y le daba un gran consejo:
“… Porque nada trajimos a este mundo y nada podremos
llevarnos; si tenemos qué comer y con
qué vestirnos, démonos por satisfechos. En cambio, los que quieren hacerse ricos no
resisten la prueba, y caen en la trampa de muchos deseos insensatos y
perjudiciales que hunden a los hombres en la ruina y la condenación”. [1]
El contentamiento, es estar agradecido por lo que tiene
aunque no tenga todo lo que desea. El contentamiento es saber adaptarse, con
una buena actitud a las diferentes circunstancias de la vida, aguardando la
expectativa de mejores cosas.
Esfuerzo y trabajo y al mismo tiempo satisfacción y gratitud
por lo que se tiene. Adquirir ese “equilibrio” en la vida no es fácil, requiere
fe, renuncia y aprender a dar gracias en todo, pero trae paz al alma. No
esperemos algún día ser felices, sino que lo seamos ahora, con lo que tenemos,
aunque sea poco, porque si estamos con
Cristo lo tenemos todo.
El testimonio de la Biblia es desafiante:
“…… he aprendido a contentarme con lo que tengo. Sé lo que es vivir en la pobreza y también sé
lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a hacer frente a cualquier
situación, lo mismo a estar satisfecho que a pasar hambre, a tener de sobra que
a carecer de todo”. [2]
[1].-1 Timoteo 6.7-9
[2].- Filipenses .4.11-13
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