La parábola llamada generalmente del amigo a medianoche, [1] nos
enseña la importancia de perseverar en la oración. En estos versículos Jesucristo nos enseña como tenemos que
comportarnos en la oración. La oración es el alimento diario que nos sustenta
cada día y tiene que ser parte de los
deberes diarios de nuestra vida devocional.
Esta historia nos enseña
primeramente, cuánto puede lograr un hombre de otro a fuerza de perseverar.
Aunque somos egoístas e indolentes por
naturaleza, podemos, sin embargo ser estimulados a perseverar en demandar ayuda.
El hombre que no quería dar tres panes a media noche en obsequio de la amistad, los dio al fin para evitar que se le
molestara con más demanda. La aplicación que puede hacerse de la parábola es clara
y sencilla: si la perseverancia puede tanto entre los hombres, cuánto más no
deberá de darnos cuando la empleemos en nuestras oraciones ante Dios.
La Biblia habla mucho de la oración, y nos anima a orar
diciendo: “Y todo lo que pidáis en oración, creyendo, lo recibiréis”. [2]
Hay muchos más versículos en la Biblia que nos animan a orar enseñándonos que Dios escucha y responde nuestras oraciones. Y yo me pregunto entonces………… ¿por qué no oramos más?
Si sabemos que Dios escucha y responde, ¿por qué oramos tan poco?
Hay muchos más versículos en la Biblia que nos animan a orar enseñándonos que Dios escucha y responde nuestras oraciones. Y yo me pregunto entonces………… ¿por qué no oramos más?
Si sabemos que Dios escucha y responde, ¿por qué oramos tan poco?
Supongo que hay muchas razones para explicar por qué oramos
tan poco. Pereza, falta de tiempo, no llevar una vida lo suficientemente
agradable a Dios y pensar que no somos dignos de dirigirnos a Él. Quizá el ver
que Dios ha contestado pocas oraciones en nuestra vida y no nos quiere lo
suficiente.
Al principio de
aceptar a Jesucristo como Señor y Salvador de mi vida tenía una vida plena de
oración, recuerdo que en la Comunidad Cristiana donde vivía se oraba por todo,
nuestra confianza era tan grande en Dios que todo absolutamente todo lo
poníamos en oración, esto me recuerda que por lo menos para mí era más fácil orar
al principio de mi andar cristiano, que ahora
después de varios años, o dicho de otra manera es más fácil empezar que
perseverar. Muchos que profesan ser cristianos han sido enseñados a orar en su
juventud, y cuando entran en años
abandonan la oración, creyendo que ya no lo necesitan. Otros hay que se
acostumbran a orar por un tiempo, y después que han visto contestada su oración
dejan de orar y poco a poco, su entusiasmo
se enfría, hasta que dejan de orar
completamente, deslizándose en nuestra mente la idea de que es inútil
orar. Otros perciben que orar no da ningún beneficio palpable, y al fin se
persuaden de que les irá igualmente bien sin orar.
Resistámonos en aceptar esta
idea, en cuanto la sintamos asomar en nuestro corazón, y aceptemos a que,
mediante la gracia de Dios,
continuaremos orando, por deficientes y débiles que nos parezcan nuestras
oraciones, la Biblia nos enseña y manda
con mucha insistencia "orar sin cesar," y "continuar en la
oración," y "orar siempre y no
desmayar," y "ser constantes en la oración." Todas estas
expresiones tienen el mismo significado: todas nos aperciben de un peligro y nos prescriben un
deber. Cuándo y de qué manera Dios nos va a contestar es asunto que debemos dejar a Dios, pero no tenemos por qué dudar que todas
nuestras oraciones sean contestadas. Expongamos
ante Dios nuestras necesidades y nuestros deseos, de día en día, de semana en
semana, de mes en mes, de año en año.
Acaso la contestación no venga pronto como les sucedió Ana y a Zacarías [3], nosotros debemos
seguir orando sin cesar, porque Dios
contestara nuestras oraciones, aunque muchas veces no sea la que esperamos.
Lucas, [4], dice hablando de la oración: “¿Y no hará Dios
justicia a sus escogidos, que claman a El día y noche? ¿Se tardará mucho en
responderles? Os digo que pronto les hará justicia. No obstante, cuando el Hijo
del Hombre venga, ¿hallará fe en la tierra?
Tenemos el mayor privilegio a nuestra mano. Pero… ¿hallará Jesús fe en la tierra cuando regrese?
Tenemos el mayor privilegio a nuestra mano. Pero… ¿hallará Jesús fe en la tierra cuando regrese?
[1].- Lucas 11.5
[2].- Mateo 21.22
[3].-1Samuel 1.27; Lucas 1.13
[4].- Lucas 18:7
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