Es muy normal en nuestra vida establecer comparaciones;
comparamos nuestros sueldos, nuestros trabajos,
nuestros teléfonos móviles, nuestros
equipos deportivos, comparamos nuestras capacidades de unos respecto a las de
los demás, etc. En la Biblia hay un salmo, que compara la “cualidad” de las personas: ser
buena o ser malo en su aspecto más interno.
Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, Ni estuvo en camino de pecadores, Ni en silla de escarnecedores se ha sentado. Bienaventurado
el varón que no anduvo en consejo de malos, Sino que en la ley de Jehová está su delicia,
Y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de
aguas, Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperará. (Salmo
1.1-3)