Como ya he comentado en otras ocasiones soy un gran
aficionado a los deportes, y admirador de los grandes deportistas y entre ellos
está el tenista Rafa Nadal. Este último fin de semana no le fue muy bien, pues en la
final del Abierto de Australia el suizo Wawrinka le gano la final. Nadie
esperaba la victoria del suizo, pero un contratiempo físico dejo mermado a
Nadal. Quizá lo más fácil hubiera sido retirase, pero prefirió seguir luchando
hasta llegar al final del partido.
De todo esto aprendemos que pese a las
adversidades, a los problemas de la vida, siempre tenemos dos opciones
rendirnos o seguir luchando.
No rendirse significa luchar, no dejarse abatir por los problemas, por las adversidades,
tenemos que seguir de pie aunque estemos
heridos y continuar hasta doblegar aquello que nos aflige en el momento que
tengamos la tentación de rendirnos.
Sobreponerse a un fracaso, a una ingratitud, a una enfermedad o a cualquier
adversidad, es duro, pero vale el esfuerzo hacerlo, pues con ello nos damos
cuenta que dentro de nosotros existe un potencial que nos fue dado para que
seamos más que vencedores.
Cuantas veces nos hemos sentido cansados, agotados sin
fuerzas para continuar, deseando tirar la toalla, sin ánimos de hacer nada,
solamente salir corriendo, eso era lo
que hacíamos antes de conocer a Dios, salir corriendo, esconder la cabeza para
no ver lo que pasaba a nuestro
alrededor. Pero hemos aprendido que Dios da fuerza al cansado y multiplica las
fuerzas al que no tiene ningunas, hemos aprendido a luchar a no rendirnos,
afrontamos los problemas de frente, porque Dios no nos ha dado espíritu de
cobardía, sino de amor de poder y de dominio propio. Cuando se encuentran estas
tres cosas juntas hace que la vida de uno sea efectiva, constructiva y valiente.
A pesar de las diferentes situaciones que nos toquen
experimentar, Dios está con nosotros, Él nunca nos dejará, Él estará a nuestro
lado aun en esos momentos difíciles, de crisis, de confusión, y es que el hecho de nos
sintamos sin fuerza, cansado y desanimado no quiere decir que Dios
no esté allí para abrazarnos y darnos nuevas fuerza.
Decídete a luchar y no dudes que Dios respalda a sus hijos.
Dios siempre tiene soldados a su servicio y él los alienta por medio del espíritu santo a que nos animen en los momentos de duras batallas, y haci ganar la guerra que se nos presenten.
ResponderEliminarGracias Esteban por estas palabras de fuerza que Dios nos a trasmitido por tú medio.
Gloría a Dios