Las personas
necesitamos relacionamos unos con otros, con nuestras familias, con los
compañeros del trabajo, con los vecinos, con los compañeros de la escuela, de
la universidad, en general necesitamos relacionarnos con las personas que giran
a nuestro alrededor. De estas relaciones
obtenemos y ofrecemos a la vez muchos beneficios, como son el apoyo
mutuo, el reforzamiento de la identidad y la autoestima, compartimos
actividades, e intercambiar emociones e
ideas.
El haber tenido a mí alrededor personas con un enorme
testimonio de confianza, amor y respeto,
hacia Dios, me permitió conocer y tener una relación especial con el dador de
la vida, Jesucristo. Jamás olvidare el
día que me encontré con el Señor, pues mi vida jamás volvió a ser igual, Jesús cambio por completo mi vida
y me dio una verdadera razón porque vivir.
El tener una relación personal con Jesucristo comienza en
el momento de darnos cuenta de nuestra
necesidad de Dios, admitiendo que somos pecadores, arrepintiéndonos de nuestros
pecados, y pidiéndole a Jesús que sea la
autoridad en nuestras vidas.
Debemos incluir a Dios en nuestra vida diaria, de la misma
manera que lo haríamos con cualquier otro miembro de nuestra familia, de
nuestro alrededor, solo que ésta relación es mucho más importante que
cualquiera otra. Para mantener viva esta relación debemos orar, leer y meditar su palabra, esforzarnos en
conocerlo mejor y estar dispuestos para hacer su voluntad. Esta es la forma de
establecer una relación con Dios.
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