Si nos fijamos en todos paquetes de comida,
electrodomésticos, juguetes o demás
enseres figura la información del fabricante, composición del producto y fechas
de envasado y de caducidad. Todas estas informaciones son obligatorias para su venta.
Necesitamos de toda esta información para nuestra utilidad y
mejor calidad de vida.
Sin los libros de instrucciones de electrodomésticos o
aparatos informáticos no sería muy difícil de ponerlos a funcionar y conocer
todas sus funciones. Las informaciones
en los alimentos no son útiles para conocer la composición y si esta dentro de
las fechas correctas para su consumo.
Todas estas informaciones no son de suma importancia para
nosotros, sin embargo cuando nos dan instrucciones para la vida es fácil creer
que no necesitamos esas instrucciones; sin embargo, al poco tiempo, nos damos
cuenta de que hemos arruinado todo. Exactamente por esta razón, Jesús aconsejó
que seguir sus instrucciones es la manera de que la gente sabia desarrolle una
vida sólida, segura y significativa [1].
El Señor recién acababa de decirles a las
multitudes que lo escuchaban que pusieran la otra mejilla, que continuaran la
segunda milla, que perdonaran a los enemigos y que vendieran los tesoros para
poder dar a los pobres [2]. No obstante, recibir instrucciones no basta. La
clave está en seguirlas. «Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las
hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca» [3].
El ser humano que no sigue las indicaciones es, como expresa
Jesús, «insensato» [4]. Para el mundo, perdonar a tus enemigos y dar a los
pobres puede parecer una manera ridícula de construir una vida; sin embargo, el
Señor nos dice que es la forma sabia de hacerlo.
[1] (Mateo 7:24-29).
[2] (Mateo 5:39-44).
[3] (Mateo 7:24).
[4] (Mateo 7: 26).
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