12 mayo 2013

Envenenamiento con monóxido de carbono


El monóxido de carbono  es un gas sin olor ni color pero muy peligroso. Puede causar súbitamente una enfermedad y la muerte.  Lo que hace peligrosísimo  el  envenenamiento por monóxido de carbono  es que aunque las personas estén seriamente intoxicadas, no se dan cuenta y creen que están bien, o dicho de otra manera, tenemos graves  problemas espiritualmente y pensamos que a nosotros no nos afecta y que estamos seguros que lo estamos haciendo bien.


 Lo que ocurre algunas veces en el mundo físico también puede ocurrir en el mundo espiritual. 
Toda persona creyente en Dios debe mantenerse en guardia contra la tentación de creerse superior a otros tan solo porque ha logrado ser algo en la vida, sin considerar el elemento de gracia en cualquier logro humano. La autoestima es buena, pero puede convertirse en un arma mortal cuando se desconoce la gracia divina. Con mucha razón el apóstol Pablo hace recordar a los corintios el secreto del éxito espiritual: “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga” [1]

Hay una historia en la Biblia, [2]  que habla de un hombre que trabajo mucho en la obra de Dios, pero llego un momento en que tuvo un serio problema, se creyó autosuficiente. El rey Uzías tuvo de todo. Comenzó como joven de dieciséis años a reinar sobre un pueblo y alcanzó cincuenta y dos años en el trono. Era inteligente, innovador, y supo conseguir la lealtad de compañeros y amigos para conseguir destacados logros en beneficio del pueblo que gobernaba. Poseía muchas riquezas que le permitió promover la construcción, la agricultura, y tener un ejército bien provisto de pertrechos. A pesar de todas las ventajas y privilegios que tenía, no supo llevar su vida a un feliz término. “Más cuando ya era fuerte, su corazón se enalteció para su ruina; porque se rebeló contra Jehová su Dios, entrando en el templo de Jehová para quemar incienso en el altar”. [3]
El pecado de Uzías fue más grave porque no hizo caso de las objeciones de personas que conocían cuál era la voluntad de Dios en cuanto al ofrecer sacrificios, y su obstinación le llevó al desastre.

Muchos cristianos hoy en día trabajan en la obra de Dios, son personas entregadas, dan todo lo que tienen, todo lo que hace prospera, siendo de bendición para otros muchos hermanos, y Dios que ver nuestro corazón les bendice enormemente. Pero tenemos que tener en cuenta que si somos algo, o tenemos algo es por la gracia de Dios, y hay hombres de mucho talento que piensan y actúan como si lo bueno en ellos se debiera a sus gracias innatas.
Las personas valientes hacen mucho y presumen poco. Los vanidosos, en cambio, hacen poco y presumen mucho: ansían reconocimientos, a veces hasta extremos ridículos, y siempre les parecen cortos.
Al  final el rey Uzías tuvo que dejar todo, incluyendo su palacio opulento, rodeado de todo lo que había adquirido. Fue excluido de participar en todo, y en especial de ir a la casa de Jehová. ¿La razón? Se creía en el derecho de hacer y deshacer como él quería, sin contar con Dios.

Cuando la gente tiene poder, pensamos  que podemos  vivir por encima de la ley,  pero hasta los gobernantes están sujetos a Dios. No importa cuál sea nuestra  posición en la sociedad, Contemos con Dios para todo lo que hagamos, y que no nos olvidemos que si algo tenemos y si algo somos es por la gracia de Dios.

[1] 1 Corintios 10.12
[2] 2 Crónicas 26.1
[3] 2 Crónicas 26.16

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