09 mayo 2012

¿Está usted alegre, cante alabanzas?


Este fin semana me he llevado una gran alegría, después de 12 años he vuelto a ver a un queridísimo hermano en la fe. Fue un reencuentro especial, pues fue muchos años y muchas experiencias  las vividas juntos durante muchos años.

Durante este reencuentro recordamos nuestro tiempo de trabajo en Alicante en la obra de Dios, evangelizando, repartiendo alimentos a las familias más desfavorecidas, o llevando café y mantas en los meses más fríos del año a los hombres y mujeres sin hogar.



Fue unas horas especiales donde reino la alegría, las anécdotas, todo acompañado por una buena cena. Al despedirnos dimos gracias a Dios por estos momentos y por los vividos durante otros tiempos, terminamos orando y cantando algunas alabanzas.

Recordamos las alabanzas que cantábamos en aquellas época, y lo mal que cantaba yo, pues no me dejaban ni acercarme al coro, pero yo quería y quiero seguir cantando, aunque desafine, desentone, no me importa, aún a pesar de cantar mal no me resigno, quiero seguir alabando a Dios, deseo ser un adorador aunque no tenga la más mínima noción de música. Cuando alguien me recuerda esta faceta, siempre digo lo mismo, “El hombre mira lo que hay a su alrededor, pero Dios mira el corazón”

Nuestras canciones, ya sean de alabanza, gratitud, conocimiento, recordatorio o compromiso, son agradables ante el Señor. Afortunadamente, el Señor no dice: “Solamente las canciones bien interpretadas son una oración para mí”, ni “Escucharé únicamente a los que tengan talento musical”. En nuestra música, así como en nuestra vida, a Él le interesa más la condición de nuestro corazón que nuestra capacidad.

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