Juan 3.16 es uno de los versículos más familiares de la
Biblia. Lo ves estampado en pegatinas en los coches, camisetas y pancartas; lo
ves puesto en cintas en deportistas y hasta alguna vez lo hemos escuchado a los políticos. Es uno de los primeros versos que se enseña en las escuelas
dominicales a los niños y que muchos adultos aún pueden recitar de memoria. Es
uno de los pocos versículos que muchas personas pueden identificar solo por la
referencia.
Juan 3.16 es uno de los versículos más familiares de la
Biblia, y con razón. Se le ha llamado el evangelio en pocas palabras, es un
verdadero resumen de las Escrituras y un modelo para la salvación. Es todas
esas cosas, pero también es un versículo maravilloso para reflexionar sobre la
evangelización y llevar el evangelio al mundo. Y es dentro de ese contexto que
me gustaría que viéramos las tres cosas importantes que nos dice tan poca
palabras.
Lo primero que me encanta en esta cita, es el alcance del
amor de Dios. Y verás que el alcance es realmente muy amplio. “De tal manera
amó Dios al mundo.” Dios no solo ama a un grupo de personas. Él no solo ama a
una nación o raza en particular. Dios es un Dios grande, y ciertamente tiene un
amor muy grande. El alcance del amor de Dios cubre el mundo entero, cada
nación, tribu, lengua y pueblo. El amor de Dios se extiende a todas las
personas en todas partes del mundo.
En segundo lugar, Juan 3.16 nos enseña la profundidad del
amor de Dios. “Porque de tal manera amó Dios al mundo que dio a su Hijo
unigénito”.
Ahora no puedo imaginar sacrificar a uno de mis propios
hijos por otra persona. Supongo que podría ser aún más difícil si solo tuviera
un hijo. Pero tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito. Eso es asombroso.
Sería una cosa si el mundo fuera digno de tal sacrificio, pero no lo somos.
Todos somos pecadores que nos hemos rebelado contra Dios y sus caminos. Y, sin
embargo, Dios dio a su Hijo. Envió a su Hijo al mundo como un bebé indefenso en
Belén, y entregó a su Hijo como sacrificio en el Calvario.
Y por último nos enseña el fruto del amor de Dios, que es
nuestra salvación. “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree no se pierda, más tenga vida eterna.”
La razón por la que Dios envió a su Hijo es porque estábamos
perdidos. Todos hemos quebrantado la ley de Dios y estamos separados de Dios a
causa de nuestro pecado. Dios es un juez justo que debe castigar el pecado. El
castigo por el pecado es la muerte, no solo la muerte física, sino la muerte
espiritual, la muerte eterna. Aunque merecíamos morir por nuestros pecados,
Dios nos amó y no quería que muriésemos. Y por eso envió a su Hijo para que
todo aquel que en él cree no se pierda, más tenga vida eterna.
Ahora si estás leyendo esto y no eres creyente, tengo algo
muy importante que decirte:
Necesitas poner tu fe en el Hijo de Dios que murió por ti.
Eso significará alejarse del pecado en su vida y seguir el camino de Dios. Es
la decisión más importante que puedes tomar. Y es la mejor decisión que jamás
tomarás. Dios entrará en tu vida y te hará una nueva persona. Él te perdonará todos tus pecados. Lo mejor de todo es que
tendrás la seguridad de que cuando mueras, irás a estar con Dios en el cielo.
No perecerás, sino que tendrás vida eterna.
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