La oración de Jesús en Juan 17.21 nos deja claro que la unidad en la iglesia es sumamente importante. Además, Jesús dijo que cuando el mundo vea la unidad en la iglesia, llevará a algunos a creer que Jesús es verdaderamente de Dios. Obviamente, hay mucho en juego cuando se trata de la unidad de los creyentes. La unidad, por tanto, es de vital importancia. Pero, ¿es definitivo? ¿Podemos decir que hay prioridades que deberíamos poner incluso por encima de la unidad? ¿Debemos perseguir la unidad a toda costa, o hay algo más que debemos perseguir incluso a costa de una supuesta unidad? Los cristianos están llamados a la unidad, pero no a toda costa. La doctrina es primordial, especialmente cuando se trata de la persona y el trabajo de Cristo.
Cubrir el pecado para proteger a algún hermano porque es reconocido
en la iglesia, o es un hermano eficaz o un “dador grande” no es lo que Jesús
quiso decir con unidad. La unidad entre el Padre y el Hijo (Juan 17.21) es
verdadera y santa. El pecado es pecado, no importa quién lo cometa, y la
solución bíblica es a través de la gracia de Dios, a través de la muerte del
Hijo de Dios, el arrepentimiento y nuestra fe en Él (Colosenses 2.13-14).
Quizás no todos pensemos lo mismo pero siento que hay muchas
congregaciones que están poniendo la unidad por encima de las doctrinas
cristianas fundamentales. Me da la sensación que este pensamiento se ha
infiltrado en las congregaciones hoy en día y valoran la unidad por encima de
la verdad, y están dispuestos a comprometer la enseñanza cristiana por el bien
de la "paz".
Esto no significa que debamos dividirnos en todos los
desacuerdos doctrinales. Ciertamente hay cuestiones doctrinales secundarias en
las que los cristianos pueden estar en desacuerdo y aun así tener unidad. Sin
embargo, hay doctrinas fundamentales que no pueden incluirse ni siquiera para
una supuesta unidad. Si alguien predica la salvación por obras, entonces la
Escritura dice que está predicando otro evangelio y, por lo tanto, elimina la
base de la verdadera unidad. Desafiar la deidad o la humanidad de Cristo pone a
alguien en desacuerdo con la doctrina bíblica, por lo que no hay verdadera
unidad, no importa cuál importante sea esa persona.
Cuando nos unimos en las verdades fundamentales de la Biblia,
las personas en la iglesia podemos tener desacuerdos o diferentes
opiniones teológicas sobre temas secundarios sin problemas. Sin embargo, si la
unidad no se basa en la verdad, entonces incluso las diferencias en temas
secundarios se convierten en una amenaza y la unidad brilla por su ausencia.
Comprometer la verdad o encubrir el pecado promete paz y
unidad, pero esa unidad es inestable y de corta duración y las consecuencias a
largo plazo pueden ser terribles. La iglesia de Cristo debe esforzarse por
lograr una unidad más verdadera y, a veces más difícil construida sobre una
base sólida y Bíblica. Quizás entonces, el mundo que nos observa, verá y creerá
las verdades que predicamos.
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