Cuando nos convertimos por primera vez, estamos muy
emocionados con Jesús. Después de algunos años, o quizás décadas, podemos
perder algo de entusiasmo y convertirnos en personas críticas. Podemos empezar
a menospreciar a aquellos que son padres de una manera diferente a nosotros, o
que usan ropa diferente para ir a la iglesia, o que gastan su dinero en formas
que nosotros no haríamos. Es muy fácil criticar a los demás, incluso cuando las
cosas que criticamos no son cuestiones bíblicas sino culturales.