Hace unos años conocí a un pastor que le había diagnosticado
“ansiedad” Para él su presunta enfermedad era que estaba “simplemente
preocupado". Me lo dijo de una manera alegre y medio en broma. Sin
embargo, era cierto, este ministro del Señor estaba preocupado, su trabajo
secular, difícil y exigente que consumía su tiempo y atención, su preocupación
por su familia (hijos adolescentes), por la congregación y, a menudo, por el
peso de sus responsabilidades, habían hecho de este hombre una persona enferma
de ansiedad.