En muchos años de mi vida me he encontrado con una vida sin
propósito alguno. Andaba a la deriva sin rumbo fijo. Buscaba la manera de
llenar ese vacío con cursos, actividades deportivas, familia, viajes, pero
nunca llegue a encontrar el verdadero propósito. Quizás esto te suena familiar,
quizás estés en una de estas situaciones en este momento. Viviendo a tu manera,
podrías incluso haber llegado a un grado de felicidad y paz. Sin embargo, ¿por
qué ese sentimiento es tan fugaz?.
Seguramente tiene que haber una manera de mantener esta paz
y felicidad; emerger de las diversas pruebas y situaciones de la vida con
alegría fortalecida en lugar de agotada. El hombre ha luchado durante mucho
tiempo para encontrar soluciones para que esa felicidad y paz sean duraderas,
sin llegar a encontrarlas, siempre nos hemos encontrado con experiencias
pasajeras que nunca han podido dar un propósito a nuestro existir.
Gracias a Dios, que en Jesús encontraremos una respuesta a esa vida sin
propósito. Las mayores necesidades del hombre son necesidades espirituales, y
esas necesidades solamente pueden ser saciadas por Jesús. Jesús es el único que
puede disipar la oscuridad. Jesús es la puerta a una vida satisfactoria. Jesús
es el amigo y el pastor que hemos estado buscando a lo largo de nuestra vida. Jesús
es la vida en este mundo y en el próximo. ¡Jesús es el camino de la salvación!
Veamos, ¿Estamos confundidos? ¿Nunca hemos podido encontrar
un sendero o propósito en la vida? ¿Parece como que alguien ha apagado las
luces y no hemos podido encontrar el interruptor? Si es así, ¡Jesús es el
camino! Jesús proclamó, "Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no
andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida" (Juan 8.12).
¿Alguna vez hemos sentido, como que nos han cerrado la
puerta de la vida? ¿Hemos intentado abrir muchas puertas, solamente para encontrar
que detrás de ellas todo está vacío y sin sentido? ¿Estamos buscando una
entrada a una vida plena? Si es así, ¡Jesús es el camino! Jesús declaró,
"Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá,
y hallará pastos" (Juan 10.9).
¿Nuestras relaciones han sido superficiales y vacías?
¿Parece como que todos están tratando de sacar provecho de nosotros? Si es así,
Jesús dijo, "Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las
ovejas…yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen"
(Juan 10.11, 14).
¿Nos hemos preguntado alguna vez qué sucede después de la
vida? ¿Estamos cansados de vivir una vida por las cosas que solamente corrompen
y corroen? ¿Alguna vez hemos dudado de que la vida tenga algún significado? ¿Queremos
vivir una vida después de que muramos? Si es así, Jesús declaró, "Yo soy
la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y
todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente" (Juan 11.25-26).
¿Estamos hambriento? No físicamente hambriento, ¿tenemos un
deseo de algo más en la vida? ¿Hay algo profundo en nuestro interior, que
parece nunca estar satisfecho? Si es así,
Jesús declaró, "Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca
tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás" (Juan 6.35).
Si ponemos nuestra fe en Jesús, confiando en su muerte como
el pago por nuestros pecados, entonces todos nuestros pecados son perdonados y
lavados. Y así nuestra hambre espiritual será satisfecha. Las luces se
encenderán. Tendremos acceso a una vida plena. Conoceremos a nuestro mejor
amigo y buen pastor. Sabremos que tendremos vida después de morir, una vida
resucitada con Jesús en el cielo por la eternidad, o sea una vida con propósito.
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