Llega diciembre e Internet de llena de mensajes que hablan
de la navidad. Que, ¡Si no es de cristianos celebrarla!, ¡que si en la Biblia
no habla nada de la navidad!, ¡que es una fiesta pagana!, y así infinidad de
mensajes. Perdonar por mi insistencia pero un año mas, yo también me voy apuntar a la ola
de comentarios sobre la navidad, con el inconveniente para algunos que yo he
encontrado tres razones Bíblicas para celebrar la navidad.
En la Biblia encontramos mandatos y principios bíblicos.
Como creyentes, seguimos ambas cosas. Por supuesto, es más sencillo seguir los
mandatos, ya que son explícitos. Con los principios es un poco más complicado,
ya que en algunas ocasiones los encontramos de manera indirecta. Existe un buen
número de versículos bíblicos que nos exhortan a seguir los ejemplos que
encontramos en las Escrituras (1 Corintios 10.6, 11).
Por supuesto que no encontramos un mandato bíblico explícito
para celebrar la Navidad. ¿Eso quiere decir que es antibíblico? ¿O habrá
algunos principios bíblicos para celebrarla? Si leemos detalladamente la
Palabra de Dios descubriremos que sí, que hay algunos principios que nos
sugieren que no existe ningún problema para celebrar la navidad.
El primero que vemos lo tenemos en el ejemplo de los
ángeles. Me sorprende cuando algunos dicen que la Biblia no da ejemplo de
celebrar el nacimiento de Cristo. Los ángeles mismos lo celebraron con un canto:
“Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los
hombres” (Lucas 2.14). Una de las formas en la que regularmente celebramos un
evento es cantando. ¿Es la encarnación un evento digno de celebrarse? Por
supuesto que sí. Cuando Jesucristo nació, el cielo festejó. Los ángeles lo
hicieron con un canto, y siendo que los ángeles son mensajeros de Dios, y que
solamente hacen lo que Dios les manda, podemos inferir que Dios también celebró
el nacimiento de su Hijo. La Palabra nos manda celebrar las obras de Dios (Isaías
12.4). Por cierto, ¿Cuál fue la reacción de los pastores al ver a Jesús? Lo celebraron.
“Y volvieron los pastores glorificando y alabando a Dios por todas las cosas
que habían oído y visto, como se les había dicho” (Lucas 2.20). Como podemos observar
en el libro de 2 crónicas 30.21 celebrar y glorificar no son cosas opuestas.
El segundo principio lo podemos ver en los magos que llegaron
tiempo después del nacimiento de Jesús, postrándose en adoración, indicando que
reconocen a Jesús como Rey, y le ofrecen tres presentes: oro, incienso, y
mirra. Seguro que algunos pueden objetar, “Los magos vinieron a adorar, no a
celebrar”. Sin embargo, celebrar y adorar no son dos conceptos opuestos. “Y todos
los que sobrevivieren de las naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán de
año en año para adorar al Rey, a Jehová de los ejércitos, y a celebrar la
fiesta de los tabernáculos” (Zacarías 14.16). Este no es el único ejemplo. En
las siete fiestas judías, adorar y celebrar eran dos cosas que se hacían
juntas. Entonces, por lo menos en las fiestas bíblicas, la adoración se hacía
en el contexto de celebración.
Así como los magos, los creyentes debemos celebrar la
Navidad como un tiempo de adoración. Eso sí, si no hay adoración en nuestra
celebración, nuestro festejo es hueco y si me permites decirlo, mundano.
Y por último tenemos el ejemplo de Jesucristo. Seguro que más
de una vez hemos escuchado la siguiente objeción: “No debemos celebrar la
Navidad, ya que la Biblia no manda su celebración”. Sin embargo, en el
evangelio de Juan vemos que Jesucristo mismo celebró una fiesta que no era
mandada en las Escrituras. Leemos lo siguiente: “Celebrábase en Jerusalén la
fiesta de la dedicación. Era invierno, y Jesús andaba en el templo por el
pórtico de Salomón.” (Juan 10.22-23). ¿Qué hacía Jesús en el templo?
Celebrando, por supuesto. Se celebraba la fiesta de la dedicación, la cual “no
estaba autorizada por las Escrituras Hebreas; era una institución relativamente
reciente”. La fiesta de la dedicación era celebrada por los judíos ya que era
algo digno de celebrarse. Jesucristo, siendo judío, la celebró.
Entonces encontramos este principio: que la Biblia admite
(por el ejemplo de Jesucristo mismo) el derecho a celebrar algo digno de
celebrarse. ¿Es la encarnación y el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo algo
digno de ser celebrado?
Personalmente celebro la navidad todos los días de mi vida.
No sólo una vez al año. Pero si el mundo, una vez al año quiere acordarse de
ese milagro y celebrarlo que lo haga. Y yo me sumaré a esa celebración. Aunque
eso sí, yo lo haré con un más profundo conocimiento de lo que estoy haciendo.
Bendiciones Y Feliz Navidad.
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