Son fechas en las que prevalecen las buenas noticias. Esta
mañana escuchaba: lo peor de la crisis ya ha
pasado y la economía ha vuelto a funcionar. No es tiempo de política sino de
gestión, y si se gestiona bien la recuperación, en primavera tendremos un nuevo
renacer. Cosas así nos llenan de alegría. Entonces porque tenemos que escuchar malas
noticias, ¿Quién quiere seguir oyendo noticias terribles? ¿No es mejor publicar
y escuchar cosas más optimistas y alegres? Prácticamente a nadie le gusta
escuchar cosas negativas y en las televisiones e internet suelen triunfar las
personas que se caracterizan por hablar siempre de buenas noticias.
Todo esto me recuerda a algunos ministerios cristianos que solo enseñan y trasmiten buenas noticias, y no es que no sea verdad,
recordamos que “Evangelio” significa buenas noticias. Sin embargo, hay una mala
noticia que toda persona necesita escuchar. Así como un médico informa de un
mal diagnóstico a su paciente para que él comprenda la seriedad de su condición
y el remedio que necesita, Dios en su misericordia y verdad nos ha hablado en su
Palabra de nuestra verdadera condición espiritual, y esa condición no es otra que
todos somos pecadores y que necesitamos desesperadamente de la gracia de Dios
para ser salvos.
Porque estamos peor de lo que pensamos, no estamos
simplemente “enfermos”, la Palabra de Dios nos enseña que sin Cristo estamos “muertos
espiritualmente” (Efesios 2.1). Sin conocer esta mala noticia jamás veremos la
necesidad de la salvación que sólo se encuentra en Cristo Jesús por medio de la
fe en Él y su obra (Efesios 2.8).
Es precisamente por esto que el apóstol Pablo, antes de
exponer el evangelio en su carta a los Romanos, dedica la mayor parte de los
tres primeros capítulos a hablar sobre la justa ira de Dios, la pecaminosidad
del hombre y la incapacidad que tenemos para salvarnos a nosotros mismos. Eso
que hizo el apóstol Pablo es radicalmente opuesto a lo que muchos predicadores
o personas que dicen ser cristianas están haciendo hoy.
Muchos dentro de la iglesia no predican las “malas
noticias” del pecado que están en la Biblia para no ser rechazados por el mundo
y ser más efectivos al predicar. De hecho, muchas personas que dicen ser
“cristianas” se atreven a ir lejos, negando las malas noticias que vemos en la
Biblia, afirmando que el infierno no existe, que Dios es amor y por lo tanto no
nos traerá la ira sobre este mundo, etc., etc.
Como fieles voceros de Dios debemos predicar la mala noticia
del pecado antes de proclamar la buena noticia de Cristo el Salvador. Predicar
la buena noticia sin primero haber explicado la mala, no es dar realmente la
buena noticia: el evangelio de nuestro Señor Jesucristo.
Muchos se enojarán con nosotros cuando les confrontemos con
la verdad, pero si honramos a Dios y amamos a las personas, no dejaremos de
predicar la mala noticia del pecado, antes de proclamar la buena noticia de
Cristo el Salvador del mundo.
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