La Navidad es una época increíble del año. Las personas se
vuelven más amables, las que no te saludan durante todo el año, en estos días
ten dan los buenos días, te desean felices fiestas, te pregunta por tu salud. Y
no solo eso; dan más, lloran más, cantan más, comen más y pasan más tiempo con
la familia. Pero también me he dado cuenta que los cristianos en particular se
vuelven más evangelistas, hablamos más del evangelio. Les hablamos en el
trabajo, en la universidad, en el Híper, y sobretodo aprovechamos las comidas
entre la familia para hablarles del Evangelio.
Pero me surge una pregunta y es que
a veces me ocurre a mí personalmente.
¿Compartimos el evangelio con nuestras
familias y amigos? Yo creo que no, una cosa que he notado es que muchas veces
los cristianos nunca hemos compartido el Evangelio con nuestros familiares.
Claro, hemos tenido muchas conversaciones espirituales aquí y allá, pero en
realidad nunca nos hemos sentaron con nuestra familia para caminar por todo el
Evangelio.
Me explico, hablamos de muchas cosas de la homosexualidad,
del aborto, de la inmigración, del mal comportamiento de unos y otros, etc,
pero eso no es el evangelio. Verdaderamente creo que muchas veces pensamos que
hemos compartido el Evangelio con alguien cuando en realidad acabamos de hablar
de periféricos sin llegar al Evangelio.
La Navidad es una oportunidad maravillosa para estar con la
familia, para compartir regalos, pero es una oportunidad aún mayor para
sentarse con familiares no salvos y explicarles el Evangelio. Entonces, déjame
hacerte una pregunta.
¿Has compartido el Evangelio con ellos?
¿Realmente le has explicado a tu ser querido que el Dios
Santo de la eternidad los creó y que ÉL fundo todo lo que hay en la tierra? (Salmo
24.1)
¿Te has sentado con tu ser querido y les has explicado que
actualmente están bajo la ira de un Dios santo y perfecto? (Juan 3.36)
¿Les has advertido que todos han pecado y recibirás el pago
justo por sus pecado a través de una eternidad en el infierno? (Romanos 3.23), (Romanos
6.23)
¿Les has alertado de que no pueden salvarse haciendo buenas
obras? que si piensan que son buenas personas, ¿son arrogantes y roban la
gloria de Dios? (Efesios 2.8-9)
¿Les has transmitido la noticia de que Jesucristo era
completamente Dios y completamente hombre? (Colosenses 2.9) ¿Y que Él, después
de haber nacido de una virgen, vivió una vida perfecta que culminó con su muerte
en la cruz en su lugar? (2 Corintios 5.21) ¿Y no se quedó muerto, sino que se
levantó de la tumba y ahora está vivo? (1 Corintios15.4)
¿Y realmente los has llamado a arrepentirse y creer en
Jesucristo? (Romanos 10.9)
Si no lo ha hecho, no esperes otra Navidad. El viejo dicho de
que siempre hay el próximo año no funciona cuando se trata de algo tan
importante como la salvación eterna. No tienes garantizado tu próximo aliento,
y mucho menos otra Navidad.
Tenemos que entender que el único que puede dar vida a los pecadores
es Dios mismo. Sin embargo, Él ha ordenado una forma de salvar a las personas,
y eso es a través de su Palabra y sus labios. Él usa la Biblia en voz alta por
personas como tú y yo. Así es como Él salva almas. Él no usa otros medios.
No escribo esta publicación para desanimarte. Espero que no
lo tomes así. Simplemente espero que veas la alegría de traer las buenas
noticias a las personas que Dios ha puesto a nuestro alrededor. Es una alegría orar por nuestros seres queridos, pero hagámonos
una pregunta simple: ¿realmente hemos compartido el Evangelio con ellos?
Hazlo esta Navidad, porque es lo más importante y amoroso
que puedes hacer por tus seres queridos.
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