Hay un dicho que dice que mientras hay vida, hay esperanza.
Este dicho indica que no se debe dar cabida al desaliento en tanto exista una
sola posibilidad, por remota que sea, de alcanzar aquello que se busca. Vivimos
tiempos donde no hay verdades absolutas ni certezas aseguradas, por eso las
personas que no tienen esperanza, que no esperan nada, lo que procuran es vivir
la vida presente y el momento puntual, dicen eso de... “vive hoy a tope, que
mañana no sabemos lo que nos espera”.
No estoy de acuerdo con el dicho que
dice: “mientras hay vida hay esperanza”. ¿Por qué? Porque hay personas que
poseen buena salud y aún buena posición económica, y que sin embargo están
depresivos y sin ánimo en la vida, no esperan nada, por eso creo que este
dicho es justamente al revés: “mientras hay esperanza hay vida”, porque es
justamente lo que se espera, la creencia de que el mañana nos depara algo
mejor, la seguridad de que nuestras vidas dependen de Dios, y sobre todo la
seguridad de que al final de nuestra existencia, viviremos eternamente con Dios
en un lugar donde no existe el dolor ni la muerte.
¿Pero porque el mundo necesita esperanza? La gente se
desilusiona y se da por vencida muy rápidamente. A veces ni siquiera aguarda lo
suficiente como para darse cuenta de que los problemas no son tan serios como
parecían al principio, y entonces se «ahogan» en un «mar» de ansiedades,
preocupaciones y nervios.
El apóstol Pablo les dice a los creyentes de Roma, lo
siguiente: “Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer,
para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo” (Romanos 15.13).
Pablo está diciendo que Dios puede hacer felices y dar paz a todos los que
creen en ÉL, y en el Evangelio de Cristo, porque nos ofrece una maravillosa esperanza de un mundo ideal donde todas las
injusticias desaparecerán.
Entonces si somos cristianos y confiamos en Jesús, una de
las características visibles de nuestra vida será la esperanza, esa capacidad
que se cultiva y desarrolla a lo largo de los años. Compañera inseparable de la
fe, que se activa cuando nuestro panorama se torna oscuro y sin probabilidades
de éxito. Es entonces cuando despliega su poder para sostener a esas personas
que decidimos poner en práctica la esperanza.
Debemos tener esperanza acerca de nuestro país y creer que
Dios cambiará la situación.
Debemos tener esperanza acerca de nuestra familia y creer
que Dios unirá, fortalecerá y hará crecer el amor en cada situación.
Debemos tener esperanza acerca de nuestro futuro y creer que
Dios nos ayudará a lograr los objetivos que nos hayamos propuesto.
Seguro que en nuestra vida vamos a seguir encontrándonos con
injusticias, con cosas que nos ocurren y no sabemos porque, ello hará que la
tristeza nos invada y tendremos tentación de retirarnos de la batalla. Pero aún
en esos momentos debemos tomar la determinación de que vamos a mantener la
fidelidad a Dios y de que jamás nos rendiremos.
Mostraremos paciencia y fe en
todas las persecuciones y tribulaciones que nos toque padecer. (Tesalonicenses 1.4)
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