Cuando nos referimos a un ídolo hablamos que es cualquier
cosa que reemplaza al único y verdadero Dios, mientras que la idolatría está
dando culto o devoción a esa cosa que reemplaza a Dios.
Los israelitas acababan de salir de Egipto, una tierra de
muchos ídolos y muchos dioses. Como cada dios representaba un aspecto diferente
de la vida de una persona, era común que adoraran muchos dioses para poder
recibir el mayor número de bendiciones. Cuando Dios le dijo a su pueblo que lo
adorara y le creyera, no fue tan difícil para ellos, Él era sólo un dios más
para añadir a la lista. Pero cuando dijo: "No tendrás dioses ajenos
delante de mí", entonces les fue difícil de aceptar para el pueblo. Pero
si no aprendieron que el Dios que los sacó de Egipto era el único Dios verdadero,
no podrían ser su pueblo. Así, Dios hizo de este su primer mandamiento y lo
enfatizó más que ningún otro. (Éxodo 20.
3-5).
Esta parte de las Sagradas Escrituras dejan bastante claro
que hay que huir de la idolatría pero hay muchas personas que oyen estas
palabras y se preguntan cómo se aplica este mandamiento. Después de todo, no nos
estamos inclinando ante ninguna imagen tallada, ni nada parecido. Pero es que
tenemos una noción errónea de que la idolatría consiste solamente en
arrodillarse ante objetos visibles de adoración, y que los pueblos civilizados
están, por lo tanto, libres de ella.
La idolatría no se limita a esas personas inclinándose ante
los ídolos. Esa es solo una manifestación de idolatría, tengamos mucho cuidado,
pues hay otros tipos de ídolos modernos que intentan desplazar a Dios de su
lugar legítimo: Deportistas, deportes, trabajos, placer personal, hobbys, nuestros
pastores, etc, y la lista sigue y sigue.
Entonces, sabemos lo que es la idolatría. ¿Pero cómo
comienza la idolatría? ¿Cuál es la raíz de la causa? Afortunadamente, tenemos
las Sagradas Escrituras que nos dan luz sobre estas preguntas. Pablo nos advierte
sobre este tema:
Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a
Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su
necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y
cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre
corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. Por lo cual también Dios
los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo
que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de
Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al
Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén. (Romanos 1. 21-25)
Pablo nos dice que hay un par de cosas que ocurren en la
vida de alguien que se incline y adore a un ídolo. La primera es que las
personas cambian la verdad sobre Dios
por una mentira, Y la segunda es que los presuntos idolatras adoran las cosas
que Dios ha hecho antes que a Dios mismo.
Se empiezan a aceptar una mentira, una idea falsa acerca de Dios.
Las ideas equivocadas sobre Dios nos conducen a la idolatría, y lo que comienza como pensamientos idólatras
conduce a acciones idólatras. Muy pronto inventan dioses que se ajustan muy
bien a su egoísmo, a sus planes y sus designios, y ponen todos estos dioses
delante del verdadero Dios.
Sería muy bueno que todos nos hagamos algunas preguntas
referentes a este tema: ¿Cuáles son nuestras prioridades? ¿Rendimos culto a
Dios o a ídolos que nos hemos fabricado? Es muy importante que tengamos muy
claro este tema, porque Pablo en la primera carta a los Corintios afirma que
“los idólatras no heredarán el reino de los cielos” (6.9)
Con esa afirmación en mente, nos viene otra pregunta, ¿vale
la pena arriesgar una salvación tan grande por un ídolo?
Que Dios te bendiga.
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