Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la
que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.
(Efesios 4.29)
El viejo hombre habla cosas “corrompidas”, pero el nuevo
hombre, lo que edifica. La palabra “corromper”
describe una fruta repulsiva, que está echada a perder, podrida, que huele mal,
no apta para comer.