Entonces Jesús le dijo a Pedro: “Y todo lo que atares en la
tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será
desatado en los cielos”. (Mateo 16.19)
Cansado estoy de oír como algunos pastores se pasan el día “atando”
y “desatando” demonios y hasta al mismo diablo.
Cansado estoy de oír como el mismo pastor ha atado al diablo tantas
veces que seguro ha perdido la cuenta, o se les escapa, hasta el próximo
domingo donde lo vuelven a atar.
Sin embargo, si nos detenemos a leer el texto, nos damos
cuenta que no está hablando de atar demonios o cosas semejantes. Por el
contexto, podemos entender que cuando se habla de "atar y desatar" se
refiere a una ilustración de cómo el perdón de Dios se hace efectivo a través
de la predicación del evangelio.
Esto es confirmado cuando leemos el texto paralelo que Juan
escribió en el capítulo 20, versículo 23. Esta cita nos trae luz sobre el asunto: "A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a
quienes se los retuviereis, les son retenidos".
Se trata de quienes reciben el evangelio son desatados de
sus pecados para poder entrar por la puerta abierta del reino mientras que
quienes lo rechazan siguen atados en ellos, lo cual les impedirá entrar a él.
El antídoto para combatir al diablo no es “atándolo” sino
resistiéndolo firmes en la fe (1 Pedro 5.9). Santiago lo expresa claramente: “Someteos,
pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros” (4.7).
Sabiendo que hay algunos por ahí que no se sienten culpables
o no sienten vergüenza por lo que enseñan
o predican, no nos queda más remedio que estar atentos. No podemos simplemente
aceptar algo como verdadero, porque se ve muy profesional, porque sale de la
boca de un pastor, porque este escrito en un libro, o porque aparezca en la radio
o televisión. Hay mentirosos no sinceros con conciencia cauterizada propagando
falsa doctrina que lo único que hacen es confundir. Los creyentes debemos estar
arraigados en las verdades de la Biblia, estudiando la palabra de Dios, aplicando
principios bíblicos y poniendo por obra
lo que aprendamos.
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